El realizador barcelonés Marc Recha ha lanzado con Petit Indi el mensaje de una naturaleza al borde de la completa sumisión al desarrollismo y prácticamente en vías de extinción, su sexta película desde El cielo sube (1991) y que han protagonizado Eduardo Noriega, Sergi López, Pere Subirana y Eulàlia Ramón.
Por encima de este experimentado elenco, Recha descansó el peso del largometraje y de su denuncia en la figura de Marc Soto, un adolescente que ha debutado en la interpretación con la misión de ser el alter ego del director en una cinta lenta, plagada de simbolismos y con numerosos recursos próximos al experimentalismo.
Todo ello hace de Recha, autor también de El árbol de las cerezas (1998) y Las manos vacías (2003), un realizador distinto, al margen de tendencias y dictados comerciales, con un sello personal que le identifica en la línea del denominado cine de autor, a partir de obras que no se han desmarcado nunca de esa factura.
Vallbona, un barrio marginal de la Barcelona desarrollista y expansiva, es el escenario de un largometraje cuya idea “parte de una concepción: vivimos el momento que nos toca”, y éste es el de la vida al límite de la presión y planificación urbanística que, en el caso de esa barriada, se ve afectada por las vías del AVE.
En medio de ese caos se sitúa el papel de Arnau, igualmente inmerso en un delicado proceso de transformación personal donde no cuenta con la ayuda de sus mayores, por lo que se refugia en la naturaleza y, de forma especial, en los animales para leer y aprender lo que no le enseña su desestructurada familia.
Por su parte, la realizadora Mona Achache ha presentado su primer largometraje, Le Hérisson (El erizo), la historia de una portera parisina que, como el erizo, oculta su verdadera forma bajo un manto de púas.
Es una adaptación de la novela La elegancia del erizo, de la escritora marroquí Muriel Barbery, y supone el debut en el largometraje de la cineasta francesa, nacida en París hace diecinueve años, en 1981.