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Jueves 07/11/2024
 

Curioso Empedernido

El valor del tiempo

Con excesiva frecuencia malgastamos nuestro tiempo como si fuéramos a ser eternos y nos sobrara en la brevedad de la vida

Somos en cualquiera de nuestras circunstancias y a lo largo y ancho de nuestras vidas, tiempo y espacio. Y si importante resulta saber ocupar nuestro lugar en el espacio, igual lo es saber administrar nuestro tiempo. Y hacerlo disfrutando de nosotros mismos y de los nuestros.

Lo deseable es que nuestro guión sea una historia de éxitos de distintos olores y colores, en la que no podemos perder nunca el papel de protagonistas aunque mucha gente quiera relegarnos a ser meros testigos de lo que sucede, desde las alegrías a las tristezas pasando por los miedos y valentías.

Con excesiva frecuencia malgastamos nuestro tiempo como si fuéramos a ser eternos y nos sobrara en la brevedad de la vida, y nos dedicamos a acumular posesiones y riquezas y en ese menester perdemos el mayor de los tesoros, nuestro tiempo.

Pasados los años, nos damos cuenta de nuestro error  y comprobamos como decía Steve Jobs  que “el tiempo es limitado y no podemos malgastarlo viviendo la vida de otro sino la nuestra y que todo lo demás es secundario”

Todos lo vivimos y lo disfrutamos, pero no sabemos explicar qué es ni tampoco en la mayoría de las ocasiones como utilizarlo, por muchos planes y proyectos que tengamos. No sé a ustedes queridos lectores, pero a mí me dan miedo aquellos que están seguros de lo que deben hacer y cómo en cada momento dogmatizan y pontifican.

Cuando convivimos con los demás  lo más preciado que podemos darle es nuestro tiempo, porque como decía Mario Benedetti “Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo” y  demasiadas veces y muy tarde nos damos cuenta que no disponemos de él para tener prisa, ya que como decía Napoleón “Puedes pedirme cualquier cosa que quieras, excepto tiempo”

Literariamente a los escritores nos gusta jugar con el tiempo, es un recurso rico para cualquier personaje e historia, y afirmamos con rotundidad que es inflexible y que no se detiene aunque en ocasiones tengamos la sensación de todo lo contrario.

En el mundo actual y con los avances de la ciencia estamos instalados en la obsesión de controlarlo , porque hemos comprobado que no podemos alargarlo por mucho que nos empeñemos en ello , que no tenemos el poder de estirarlo por muy magos que parezcamos  , ni comprarlo por muy poderosos y ricos  que seamos.

Vivimos unos momentos apasionantes en los que hay gente ocupadísima y atareada, cargadas de trabajo en gilipolleces varias que exclaman a  todo el que quiera orle y al que no también “no tengo tiempo”, y por muchas horas que tuviera el día a nuestro sujeto, le faltarían para hacer un montón de cosas de las que podría prescindir y no pasaría nada.

En esta rueda de las prisas y ansiedades, las crisis globales y profundas, las indignaciones y rebeliones, los cambios y las reformas, los avances y los retrocesos, los cambios y los inmovilismos, debemos priorizar lo importante sobre lo urgente.

Y no se nos olvide que por mucho que queramos ralentizarlo, el tiempo pasa rápidamente, que el que pase nunca volverá ni nos lo pueden compensar y que como es la cosa más preciada que poseemos, perderlo es una actividad muy peligrosa, nadie nos lo podrá pagar como el dinero que nos deben.

A partir de ahora , les recomiendo queridos lectores , que cojan una hoja de papel y comiencen a apuntar los sueños y los retos que tienen pendientes y por favor , no pierdan ni un segundo e intenten  conseguirlos.

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