En nuestros viajes a la historia cuando navegamos sin meta y sin rumbo, saltan las alarmas y nos movemos entre la pujante emergencia y la descendente decadencia en un camino que poco nos sorprende entre tradiciones que miran al futuro u objetivos que se plantean más allá de lo siguiente, expresión tan de moda.
No debemos malgastar nuestro tiempo en mirar hacia fuera en busca de soluciones que solo están dentro, o dejarnos llevar por símbolos que no reflejan nuestra realidad. Nuestro entusiasmo, lejos de teorías debe alimentarse de realidades y en ese pragmatismo debemos tocar y tocarnos.
Saltan las alarmas cuando las maquinaciones y las manipulaciones sustituyen al trabajo bien hecho, cuando creemos que hemos resuelto un problema pero solo lo hemos trasladado de espacio, o en el empeño de la torpeza sostenemos que podemos conseguir más solos que juntos.
También generan inquietud aquellos que están empeñados en imponer las medidas drásticas y dogmáticas frente a la tolerancia y el diálogo, los que predican que la administración nos abandona a nuestra suerte y después resulta que es cierto.
Resulta espantoso confundir a la gente con falsos argumentos, no ser capaces de agradecer los gestos y las actuaciones de los otros, teñir la realidad de un solo color en lugar de ver todo el arco iris, lamentarse en vez de prevenir, creerse en posesión de soluciones fáciles a los problemas complejos.
Intranquiliza y preocupa que los planes de hoy anunciados a bombo y platillo queden en papel mojado mañana, que la expectativa se transforme en decepción , los premios en sanciones , las prisas en lentitudes , , el todo en la nada, él se queda en se va, las defensas en acusaciones , la libertad de expresión en insultos.
Espantan quienes dan luz verde a todo lo que coincide con su manera de pensar y actuar mientras colocan líneas rojas a todos quienes osan discutirle o poner en cuestión su criterio, por eso hay que respetar todos los discursos pero separarlos de la propaganda y la intoxicación.
No nos debe atemorizar andar por todos los caminos ni volar en todos los espacios, pero resultanaterradores, los ídolos incuestionables, los dogmas, los bochornos, las burlas y las faltas de respeto al diferente., aquellos que se dedican a injuriar impunemente como si de un juego macabro se tratase.
Entre el pavor y el terror nos sitúan quienes se toman todo a la tremenda, olvidándose que mañana saldrá el sol y probablemente las cosas se arreglaran y que aunque nos saquen de nuestras cosillas debemos esforzarnos en responder sin ira.
Nos produce un gran sobresalto cuando llega el momento de descubrir la verdad, y hemos de ser valientes para saber mantenernos en nuestro sitio. Entre trampas y amaños, golpes y caricias, explicaciones ineludibles, imprevisiones y sorpresas continuamos nuestro camino con el alma en vilo.
Debemos reservar cada tiempo de calidad para lo que realmente queremos hacer, sin fiarse de aquellos que alguna vez han soñado con dejarlo todo y comenzar una nueva vida. Es tal vez el momento de descubrir nuevas habilidades que nos permita continuar avanzando.
Muchas veces hemos de salir del círculo vicioso en el que nos metemos solos sin que nadie nos ayude. Una oportunidad perdida es a veces una oportunidad ganada, lo que ayer nos parecía poco hoy nos parece mucho y viceversa. No hemos de escondernos de los demás. Debemos dar la cara y ser nosotros mismos.