El Valencia presentó este jueves su plan para el nuevo Mestalla con
un aforo de 70.000 localidades frente a las 66.000 de su proyecto anterior, pero plantea inaugurarlo con 49.000, una cifra superior a las 42.000 de su último proyecto con la idea de ajustarse a las peticiones de las administraciones.
En una rueda de prensa con la presencia de los principales responsables del proyecto, el club defendió que se trata de una operación viable económicamente tal y como se le ha exigido desde la Generalitat,
que tiene cubierto el coste de 115 millones gracias a los ochenta que ya ha empezado a recibir por el acuerdo entre LaLiga y el fondo CVC, y que supone el setenta por ciento del proyecto al que se unen dos ofertas vinculadas por el terciario y una torre de oficinas.
El club aseguró que cuenta con dos préstamos puente de dos entidades financieras, de quince millones cada uno,
que podrían llegar a partir de 2024, y recordó que una vez empiecen las obras tendrá más facilidad para vender la parcela del actual Mestalla, lo que le permitirá una mejor situación financiera.
Además, aseguró que, aunque el acuerdo con las administraciones fuera inmediato, el cambio de estadio no se podría producir antes del
verano de 2025, pero que una vez arranquen las obras mantienen un plazo de hasta veintidós meses para su conclusión.
En un encuentro con los medios que se produjo en el mismo estadio inacabado, el arquitecto Mark Fenwick insistió en que se trata de un estadio de 70.000 espectadores y que el aforo inicial
es únicamente un planteamiento para beneficiar al club y no ofrecer una mala imagen.
“Esa es una capacidad para una final de la Champions o una semifinal del Mundial.
El gran error de un estadio es que el aforo sea excesivo. No hay nada peor que un estadio vacío o medio vacío. Vamos a un inicio de 49.000 para luego poder subir con facilidad en un par de meses", aseguró.
El director de operaciones del club, Christian Schneider, cifró en seis o siete millones el coste de pasar de casi 50.000 localidades a 70.000 e insistió en que se trata únicamente de una decisión estratégica a nivel de imagen. No justificó por qué no se instalan ya esos asientos y se mantiene el cierre del anillo superior con lonas como está previsto pero dijo que se podría incrementar si hay demanda o ante situaciones puntuales como ser subsede del Mundial 2030.
“La asistencia media a Mestalla en la última década ha sido de 35.000 y tener un estadio medio vacío no ayuda. El reglamento de LaLiga y la televisión penalizan cuando hay vacíos en el tiro de cámara”, apuntó.
Ambos explicaron que el proyecto cuenta con una nueva cubierta “tremendamente ligera” con un coste de entre 30 y 35 millones que va incluido en el presupuesto y que después se instalará sobre ella una ‘granja’ de paneles solares que dibujará un enorme murciélago, un símbolo del club y la ciudad.
Schneider dijo que quieren que el estadio tenga uso diario y que a eso ayudarán las terrazas del anillo intermedio, unas con salida a la calle y otras con vista al terreno de juego y ambos explicaron que las condiciones actuales de seguridad y movilidad hacen inviable que se metan 3.500 coches en los bajos del recinto como se planeó en su momento y se plantean cuatrocientas o quinientas plazas de aparcamiento.
Inma Ibáñez, directora financiara del club, dijo que los únicos avales exigibles, de 1,2 millones, ya los presentaron en 2015 y que lo que han trasladado a las administraciones es un proyecto viable económicamente. “Estoy de acuerdo en la preocupación de las administraciones con la financiación del estadio, pero tenemos financiación para arrancarlo y para terminarlo”, aseguró.
Ibáñez se refirió a los ochenta millones del fondo CVC y a las ofertas por el terciario y la torre de oficinas, que reconoció que están vinculadas en el primer caso a la licencia de construcción y a la continuidad de la ATE y en el segundo al calendario. Con eso se cubriría el cien por cien del proyecto. Reiteró que hay un acuerdo para dos préstamos puente, condicionados en al menos uno de los casos a que siga la ATE, para poder disponer de treinta millones más para afrontar posibles adversidades y que podrían vender también algunos activos si hiciera falta.
Sean Bai, director general del club, afirmó que se trata de “un proyecto muy ilusionante para el club, la ciudad y la Comunitat” y auguró que será “un catalizador de la economía".