…Y pudieron impedir el 18 de julio de 1936

Publicado: 26/11/2013
“La sublevación en Sevilla es seguramente el episodio de mayor valor e ingenio personal de toda la guerra civil. Sin la posesión de Sevilla la entrada en juego del Ejército de Marruecos hubiera sido imposible; y esa posesión la había decidido Queipo de Llano personalmente -hay que repetirlo- con una
Sin el triunfo de Queipo de Llano en Sevilla el 18 de julio de 1936 no hubiera logrado el Alzamiento triunfar a su vez en España. Sevilla fue la clave. Pero lo fue doblemente gracias a las actitudes sorprendentemente positivas de dos jefes militares republicanos. De manera que a las dieciocho ocasiones límites que determinaron el éxito de Queipo de Llano entre los días 17 y 25 de julio de 1936, hay que añadir dos más: veinte hechos providenciales a favor de los sublevados.

Resulta que en los últimos días anteriores al 18 de julio de 1936, el jefe de la II División Orgánica, general de División José Fernández de Villa-Abrille y Calivara, conoció en al menos cuatro ocasiones la conspiración de Queipo de Llano y de tres de sus hombres de confianza en la División, el comandante José Cuesta Monereo y los capitanes Manuel Escribano Aguirre y Manuel Gutiérrez Flores, todos afectos al Estado Mayor  de la II División Orgánica de Andalucía. Fueron muy significativos tantos los encuentros como los resultados de total rechazo del general Fernández de Villa-Abrille a las repetidas propuestas de los conspiradores, pero nunca denunció los gravísimos hechos a sus jefes superiores, el director general de Aeronáutica ni al ministro del Ejército.
Queda claro que su denuncia hubiera supuesto la detención inmediata de Queipo de Llano y sus colaboradores y por tanto la paralización del Alzamiento en Sevilla. Y en España…
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Todavía el mismo 18 de julio de 1936 se produjo otro hecho trascendental a favor de los sublevados como fue la actitud del jefe del Aeródromo de Tablada, comandante Rafael Martínez Esteve, cuando desobedeció la orden del gobernador civil republicano de Sevilla, José María Varela Rendueles, para que bombardeara las plazas Nueva y de San Francisco donde estaban actuando los dos únicos cañones con que contaba la Primera Batería del Regimiento de Artillería Ligera mandados por los capitanes artilleros Vicente Pérez de Sevilla y Fernando Barón Mora-Figueroa, éste solo con fusileros. El comandante Martínez Estéve aceptó la orden, decidió que una escuadrilla fuese cargada con bombas y quedara en línea de despegue en Tablada, pero no dio la orden final de que levantara el vuelo y bombardeara el centro de la ciudad.Hubiera sido una catástrofe: el final del alzamiento y la muerte de decenas de personas civiles.
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También este hecho hubiera abortado el triunfo de Queipo de Llano la tarde del 18 de julio de 1936. Y no hubiera habido Alzamiento en España, como bien reconoció Ramón Serrano Suñer, que no fue precisamente amigo del general Queipo de Llano.
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Estos dos hombres claves en la historia española no fueron fusilados como otros compañeros militares, pero sí sufrieron las humillaciones de ser encarcelados y expulsados del Ejército, pese a las brillantes Hojas de Servicios de ambos. Y a los testimonios a su favor de Queipo de Llano, Cuesta Monereo, Gutiérrez Flores y Escribano Aguirre. Al menos, salvaron la vida.
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José Fernández de Villa-Abrille y Calivara (Madrid, 1878-1946) fue dado de baja en el Ejército a finales de 1936, el día 23 de diciembre, víspera de la Nochebuena. Luego fue sometido a consejo de Guerra en 1937 y condenado a seis años de prisión correccional, que cumplió en Sevilla íntegramente en el chalet del Ave María, en Nervión, que fue una de las cárceles militares de Sevilla durante la Guerra Civil. Puesto en libertad en 1942 marchó a Madrid donde falleció en 1946, con 68 años de edad, en una pensión madrileña, solo, pobre y abandonado.
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Rafael Martínez Esteve (Valencia, 1894-Madrid, 1965), fue detenido en Tablada el día 19 de julio de 1936, juzgado en consejo de Guerra y condenado a muerte, pena que posteriormente le fue conmutada por la de 20 años de prisión, que tampoco cumplió íntegra gracias a las gestiones de su hija. Una vez en libertad, se trasladó a Madrid donde murió en 1965, con 71 años de edad, rodeado de sus familiares. Martínez Estéve fue una gloria de la Aeronáutica española con vuelos históricos internacionales antes de la Guerra Civil.

Nadie pensó en aquellos días de julio de 1936, que sin la posesión de Sevilla por el general Queipo de Llano y su reducido grupo de seguidores, la sublevación  hubiera fracasado en la Península. Pero así fue. Y para que Queipo de Llano triunfara en Sevilla tuvieron que ocurrir nada menos que veinte hechos insólitos, increíbles, irrepetibles… Providenciales como había profetizado el humanista Alejandro Pérez Lugín el día 15 de mayo de 1923 en el Ateneo hispalense.
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Desde la prevista voladura de la presa de Cala que hubiera inundado la ciudad el mismo 18 de julio y el ataque de los mineros de Río Tinto, hasta los hechos protagonizados por Fernández de Villa-Abrille y Martínez Estéve, un rosario de circunstancias excepcionales ayudaron a Queipo de Llano a salir triunfante.

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