Un cielo azul intenso, con algunas nubecillas pintando el radiante día, recibía este Lunes Santo a las primeras hermandades que procesionan en una de las pocas jornadas que apenas había sufrido modificaciones, más allá de algunos ajustes en minutos para facilitar la entrada más temprana del Museo. Cien años cumple el Lunes Santo y se presentaba con algo de menos calor que el Domingo de Ramos, quizás por la brisa, que a veces se tornaba en racha de viento molesta, que ha suavizado más un ambiente propicio para que los barrios tomaran el centro de la ciudad.
Volvió Sevilla a volcarse para ver a sus cofradías, durante la mañana, en los barrios, y ya por la tarde, en un casco histórico en el que volvieron a verse las aglomeraciones, aunque mucho menos numerosas que en el Domingo de Ramos, con aforamientos en zonas críticas, especialmente en las calles más estrechas del centro al paso de muchas de las hermandades, especialmente en su camino de vuelta a sus templos.
Y volvieron los retrasos, aunque compensados con el esfuerzo de las cofradías. Cierto que el Lunes Santo apenas si había sufrido modificaciones, pero las hermandades comenzaron a acumular demoras en Carrera Oficial que alcanzó los 15 minutos con la Hermandad de La Redención del Beso de Judas cuando salía por la Puerta de Palos de la Catedral, lo que provocó que el resto de las cofradías tuvieran que acelerar su paso para recuperar tiempos y casi igualar el previsto, con la estampa de los nazarenos de San Gonzalo de tres en tres por los palcos a ritmo acelerado.
Lo cierto es que San Gonzalo fue una de las que más incidentes registró, la primera de ellas muy cerca de su templo, cuando un coche mal aparcado hizo que se requirieran los servicios de la grúa municipal, en huelga, e interviniera “rompiendo filas” entre los nazarenos, según denunciaba el sindicato Sppme, para quien los paros y la “mala gestión” de la empresa habían impedido una “limpieza previa” en el recorrido. Y el brazo de Caifás, que forma parte del misterio, tuvo un pequeño incidente y tuvo que ser solventado en la iglesia de la Estrella, aunque sin relevancia para el discurrir de la cofradía.
Pero no fue la única, la caída de una rama hacía modificar el recorrido de vuelta de la Hermandad de Santa Genoveva, pasando por Isabel La Católica, por la parte interior del parque, la Glorieta de Covadonga junto al colegio España y que saliera por el Parque por la Avenida de la Borbolla hacia Felipe II para enfilar hacia su templo en el Tiro de Línea.
La jornada del Lunes Santo se dice que se divide en dos, porque a las hermandades populosas de los barrios se unen algunas de las más sobrias de la Semana Santa de Sevilla, entre ellas la Hermandad del Museo, que fue la que instauró esta jornada hace ahora cien años. Así, los barrios han sido los primeros en abrir este Lunes Santo de resplandor que hacía olvidar la aciaga jornada del pasado año, en las que las mojadas fueron la tónica dominante para las hermandades que decidieron salir.
Antes del mediodía los alrededores de la parroquia de San Ignacio de Loyola eran un hervidero de devotos que esperaban volver a ver al Cautivo de San Pablo, que ponía en la calle la primera cruz de guía de la jornada para buscar Carrera Oficial, una de las estaciones de penitencia más largas de Sevilla, de unas catorce horas.
Apenas una hora después era otro Cautivo, el de Santa Genoveva, el que llenaba de fieles el barrio del Tiro de Línea y volvía a repetir uno de esos recorridos que no deja indiferente, el paso de Nuestro Padre Jesús y el palio con Nuestra Señora de las Mercedes cruzando el parque de María Luisa con sus 1.800 nazarenos.
Desde el barrio de Santiago, desde su iglesia y sede tras las obras de la cubierta, partía el Beso de Judas, la Redención, poco antes de las tres de la tarde, acompañado como es tradición por cientos de devotos a su paso por Santa Catalina.
Y casi al mismo tiempo, en la dirección opuesta, desde el Barrio León partía otra de las cofradías más populosas y populares de Triana, San Gonzalo, con sus 2.200 nazarenos acompañando a Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder ante Caifás y a su madre, Nuestra Señora de la Salud. Triana siempre despide a su Soberano pero, sobre todo, lo espera a la vuelta, ya bien entrada la madrugada.
Era la mañana populosa la que daba paso a la sobriedad de las hermandades del centro. Con la salida de Santa Marta desde la parroquia de San Andrés el Lunes Santo cambia de tonalidad, sin música que la acompañe, el misterio de Cristo de la Caridad nos devuelve a la mesura, especialmente significativa en su vuelta por las calles estrechas como Francos o Cuna, con la única amplitud de la Plaza del Salvador.
Desde Dos de Mayo, desde la capilla de Nuestra Señora del Rosario aunque formando el cuerpo de nazarenos en la Caridad al estar las Atarazanas en obras (una de las estampas del Lunes Santo), Las Aguas gira hacia la Plaza del Molviedro para buscar San Pablo por Zaragoza y entrar en Carrera Oficial, aunque las escenas más hermosas las deja en su vuelta por el Postigo del Aceite.
De la capilla del Dulce Nombre, la antigüedad del Cristo de la Vera-Cruz, del siglo XVI, se palpa en la instrumentalidad de su acompañamiento y en el ruán negro de sus 1.600 nazarenos, mientras las marchas clásicas acompañan a los titulares de Las Penas a su salida de San Vicente, aunque la música de capilla será la que acompañe al nazareno en su estación de penitencia.
La hermandad fundadora del Lunes Santo hace cien años cierra la jornada con el Cristo de la Expiración como protagonista, obra de Marcos Cabrera, de 1575, una de las joyas de la Semana Santa de Sevilla recorriendo las calles del centro en el silencio de la noche.