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Lunes 25/11/2024
 
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Punta Umbría

El Museo Dalí expone ?La Persistencia de la Memoria? por primera vez

La Persistencia de la Memoria, uno de los óleos más conocidos de Salvador Dalí, se podrá ver durante dos meses en el Teatro-Museo Salvador Dalí de Figueres y por primera vez en España desde que el artista lo pintó en 1931, gracias al préstamo del Museum of Modern Art (MOMA) de Nueva York.

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  • El cuadro ?La Persistencia de la Memoria? del pintor se expone en el Teatro-Museo Salvador Dalí de Figueres. -
  • Desde que el artista lo pintó en el año 1931
  • Dalí pintó el cuadro con 27 años de edad y creó una obra representativa de su estilo
  • Este óleo es una de las obras más conocidas y queridas del MOMA de Nueva York
La Persistencia de la Memoria, uno de los óleos más conocidos de Salvador Dalí, se podrá ver durante dos meses en el Teatro-Museo Salvador Dalí de Figueres y por primera vez en España desde que el artista lo pintó en 1931, gracias al préstamo del Museum of Modern Art (MOMA) de Nueva York. 

La Fundación Gala-Salvador Dalí presentó ayer la obra en la sala Cuant cau, cau del Teatro-Museo, donde se ha preparado una instalación que reproduce la presentación de la obra en el catálogo de su primera exposición, con un gran mármol que la sostiene y un fondo de cortina dorada. 

El director del Museo, Antoni Pitxot, y la directora del Centro de Estudios Dalinianos, Montse Aguer, explicó que este préstamo ha sido posible gracias a la política de colaboración que ha llevado a cabo la Fundación Dalí estos últimos años con las instituciones de arte más prestigiosas de todo el mundo. 

Este óleo es una de las obras más conocidas y queridas del Museum of Modern Art y por esta razón sólo la cede en préstamo en muy contadas ocasiones. 

Salvador Dalí la pintó en 1931, en plena época surrealista y en un momento de transición, tanto personal como creativo. 

Cuando finalizó este óleo, Dalí se lo enseñó a Gala y, según relató el mismo artista, al verla, Gala aseguró: “Quien lo vea un instante no lo podrá olvidar nunca más”. 

Ese mismo año, la pintura salió de España y, aunque ha estado varias veces en el continente europeo, no había vuelto a nuestro país hasta ahora. 

Con el transcurso de los años la pintura se ha convertido en una imagen familiar que ha dejado huella en la historia del arte del siglo XX. 

Dalí pintó el cuadro con tan sólo 27 años y consiguió crear una de las obras más representativas de su estilo, una imagen llena de misterio y simbolismo y objeto de múltiples interpretaciones, a pesar de sus reducidas dimensiones, 24 por 33 centímetros. 

En esta obra se hace evidente la importancia del paisaje en la obra de Dalí, ya que se reconocen con facilidad las rocas del cabo de Creus, los colores del cielo gerundense y el mar Mediterráneo, hasta el extremo de que, según Pitxot, se trata del paisaje de Portlligat, con lo que, una vez más, se establece un fuerte vínculo entre Dalí y su entorno. 

El paisaje plácido queda interrumpido por cuatro relojes, que marcan horas distintas y de los que tres son blandos y uno rígido, lo que ha permitido dar múltiples significados a la obra. 

Uno de los relojes blandos cuelga de una rama de un olivo seco, mientras que otro, también deformado, descansa sobre la figura amorfa que hay en el centro de la obra y que recuerda a El gran masturbador (1929). 

El último reloj blando se apoya en un mueble situado en el ángulo izquierdo y como contraste, un cuarto reloj, rígido, está cubierto de hormigas y colocado boca abajo.

Dalí insinúa así la relatividad del concepto de tiempo y una de las preocupaciones más artificiales y abstractas inventadas por el hombre, la angustia de controlar el tiempo y el recuerdo de que todo es efímero y fugaz, además de reflejar una de sus obsesiones, la inmortalidad. 

Las hormigas, según explicó a Pitxot la hermana de Salvador Dalí, simbolizaban para el artista el remordimiento. 

El recorrido de la obra empieza en la capital francesa, París, en 1931, en la galería Pierre Colle, poco después de ser pintada por el artista ampurdanés. 

Inmediatamente el galerista neoyorquino Julien Levy la compra y se la lleva a Nueva York, donde se expone en distintos museos de Estados Unidos antes de formar parte de la colección permanente del MOMA, que la recibe como donativo en el año 1934 de manos de Helen Lansdowne Resor, magnate de la publicidad y futura patrona del MOMA.

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