La salud del escritor, galardonado también con el Premio Nacional de Literatura 1992 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 1992, se agravó el pasado 22 de febrero, cuando sufrió un infarto cerebral.
El pasado 12 de marzo, el autor de Qué se ama cuando se ama, La miseria del hombre y Contra la muerte, entre otras obras, fue trasladado desde su casa de la localidad de Chillán hasta la capital chilena, para garantizarle una mayor cercanía con su familia y un mejor cuidado médico.
El poeta falleció este lunes a las 06.15 horas (09.15 GMT) en un centro asistencial de Santiago que la familia ha eludido identificar para preservar su tranquilidad.
Su hijo Gonzalo Rojas-May dijo ayer que la familia recibió la noticia con tranquilidad y destacó que su padre tuvo “una tremenda vida”. El primogénito del poeta chileno relató que el poeta tuvo una existencia muy intensa y recordó que incluso después de la neumonía que sufrió el pasado septiembre, de la que dijo se “recuperó sorprendentemente”, se mantuvo muy activo y con muchos proyectos.
“Fue realmente un privilegio para quienes pudimos aprender a ver y a leer el mundo con él”, señaló Gonzalo Rojas-May, que señaló que tras residir fuera de Chile un cuarto de siglo, de 1970 a 1995, nunca se adaptó bien a la vida en Santiago.
“Le agobiaban la fama y las llamadas y, por eso, le gustaba refugiarse en Chillán”, recordó.
Nacido el 17 de diciembre de 1917 en Lebu, a 660 kilómetros al sur de Santiago, Gonzalo Rojas era considerado, junto con Nicanor Parra, el poeta más importante de Chile de las últimas décadas.
Rojas se consideraba “un poeta del asombro”, “lentiforme” (los que no se apresuran), y a sus 93 años se sentía “como un jovenzuelo” que, como tal, no temía a la muerte y pensaba que iba a vivir mucho.