Y faltó entidad y rotundidad en la bonita faena de Curro Díaz al cuarto, que fue sólo eso, una faenita, de buena compostura pero poco compromiso.
La oreja que paseó finalmente el fino toreo de Linares puede ser consecuencia de las críticas que el presidente había recibido en su anterior comparecencia, el domingo anterior, cuando dejó compuesto y sin trofeo a Sergio Aguilar a simple vista con el doble de pañuelos en la solicitud.
Ayer no quiso el usía complicarse la vida, teniendo en cuenta además que este público es más orejero del habitual fuera de feria.
El caso es que Díaz estuvo muy en su papel de torero detallista, fiel al guión de “las cositas” sin ritmo ni unidad, en plan de muchos remate, vinieran o no a cuento. Por ejemplo, a un desmayado en el inicio de faena le siguió uno por bajo que, teniendo en cuenta la flojedad del burel, no se le ocurre ni al que asó la manteca.
Toro al suelo, por supuesto. Pero luego se vació con las cosas de su estilo, como uno de pecho con especial regusto, y un par de tandas a derechas también de mucha estética aún faltándole continuidad.
La segunda serie fue la que tuvo más enjundia, mayor ligazón y cierta firmeza. Pero a la siguiente, ya medios muletazos. Y por el izquierdo, al primer extraño del toro, también desistió.
El final fue de puro toreo accesorio, remates aquí y allá, todo por bajo y sin terminar de echarse el toro por delante fajándose en uno de pecho de verdad.