El hijo de R. cumplió los 11 años en el hospital. En marzo de 2019, el niño tuvo que ser ingresado después de que sus padres lo encontraron tumbado en el sofá, sin apenas fuerzas para articular palabra. Dos semanas antes, el pequeño comenzó a perder peso súbitamente. En Urgencias no tardaron en diagnosticarle diabetes tipo 1 y recomendaron que permaneciera en el centro Virgen del Camino de Sanlúcar unos días para valorar su situación. “Desde entonces, hemos tenido que aprender a comer para calcular la dosis de insulina que necesita”, explica su madre, quien asegura, no obstante, que no tardó en recuperar su vida normal, practicando fútbol nuevamente, su deporte favorito y para el que tiene talento. Pero el último año, desde que irrumpió el coronavirus en nuestras vidas, ha estado preocupada por su salud. “Volvió a jugar porque mi marido lo planteó cuando comenzó la desescalada, decía que si había vuelto al colegio, teníamos que aflojar en otros ámbito, pero yo no lo tenía claro”, admite.
La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune que al menos multiplica por dos el riesgo de muerte por infección de Covid. “Los afectados están considerados de riesgo pero ni la Junta ni el Gobierno contemplan, sin embargo, su inmunización”, lamenta. “Es más propenso a ponerse malito, nos obligan a vacunarlo contra gripe y neumonía, no me explico por qué ahora no entra en los planes de las administraciones”, agrega.
Lole Martínez, responsable de mayores de la Asociación Diabéticos Roteños La Merced, tampoco comprende la decisión de las autoridades sanitarias. “Los afectados por la diabetes tipo 1 son ya el 30% de los pacientes”, afirma. Tanto ellos como los que padecen diabetes tipo 1 “tienen miedo”. Uno de los socios, relata, “no quería salir de casa”. La actividad física es muy importante para mantener a raya la enfermedad. “La pandemia ha afectado mucho al colectivo”.
“Se han muerto diabéticos por un tubo”, asegura Francisco Pérez Barroso, presidente de la Federación de Asociaciones de Diabéticos de Andalucía (FADA), quien hace solo una semana se reunió con los representantes del PP en la Comisión de Salud del Parlamento de Andalucía para abordar nuevamente la necesidad de incluir el colectivo entre los grupos prioritarios. “La Junta echa la culpa al Gobierno y el Gobierno dice que lo estudiará, pero, entre unos y otros, no hay solución”, denuncia. Pérez Barroso indica que, en torno al 30% de los diabéticos tiene más de 70 años. “Muchos se han inmunizado por la edad”. Preocupa el resto. En algunas comunidades, asociaciones de pacientes han iniciado movilizaciones.
No parece que la presión ejercida vaya a surtir efecto. Excluidos del grupo 7, donde sí se encontraban trasplantados, personas con cáncer, síndrome de Down, infección por VIH o inmunodeficiencias primarias, tampoco se han tenido en cuenta en los grupos 8 y 9, determinados por el año de nacimiento.
El Ministerio de Sanidad ha actualizado esta semana la estrategia de vacunación, determinando que el grupo 10 estará compuesto por los nacidos entre 1972 y 1981; al tiempo que ofrece directrices para la administración del suero a embarazadas, menores entre los 12 y los 15 años y colectivos vulnerables, como los inmigrantes en situación irregular. Los diabéticos, al igual que los colectivos que sufren enfermedades respiratorias como EPOC y asma o cardiopatías siguen ajustados a los grupos de edad a los que pertenecen y no a uno específico por su patología de base.
