En un informe emitido con cifras vigentes hasta el 2 de diciembre, las autoridades indican que el total de casos se sitúa en 444
El Ministerio de Sanidad de la República Democrática del Congo (RDC) ha cifrado en 260 el número de muertes probables por el brote de ébola en el noreste del país, según los últimos datos divulgados hoy por este organismo.
En un informe emitido con cifras vigentes hasta el 2 de diciembre, las autoridades indican que el total de casos se sitúa en 444, de los cuales 396 están confirmados en pruebas de laboratorio y 48 son probables.
El brote se declaró este 1 de agosto en las provincias de Kivu del Norte e Ituri, si bien el control de la epidemia se ha resentido por el rechazo de algunas comunidades a recibir tratamiento y la inseguridad en la zona, donde operan grupos armados.
La actual epidemia se ha convertido en la segunda más grande de la historia en número de casos, superando a la que se registró en Uganda entre 2000 y 2001, en la que se contabilizaron 425 casos y 224 fallecimientos, y sólo por detrás de la declarada en 2014 en Guinea Conakri, desde donde se expandió a Sierra Leona y Liberia
Se trata del segundo brote declarado en 2018 en RDC -sólo ocho días después de que el ministro congoleño de Sanidad, Oly Ilunga, proclamase el fin de la anterior epidemia, en el oeste del país- y el peor de la historia de RDC en relación al número de contagios.
Desde el pasado 8 de agosto, cuando empezaron las vacunaciones, cerca de 40.000 personas han sido inoculadas, en su mayoría, en las ciudades de Mabalako, Beni, Mandima, Katwa y Butembo, de acuerdo con las últimas cifras del Ministerio de Sanidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió este lunes sobre el riesgo de expansión del ébola a países vecinos y destacó que su erradicación es "complicada", ya que la zona en la que se encuentra es inestable, con varios conflictos activos y más de 60 grupos armados, además de una alta densidad de población.
El virus del ébola se transmite a través del contacto directo con la sangre y los fluidos corporales contaminados, provoca fiebre hemorrágica y puede llegar a alcanzar una tasa de mortalidad del 90 % si no es tratado a tiempo.
El brote más devastador a nivel global fue declarado en marzo de 2014, con casos que se remontan a diciembre de 2013 en Guinea Conakri, país del que se expandió a Sierra Leona y Liberia.
Casi dos años después, en enero de 2016, la OMS declaró el fin de esta epidemia, en la que murieron 11.300 personas y más de 28.500 fueron contagiadas, cifras que, según esta agencia de la ONU, podrían ser conservadoras.