La inmigración es un fenómeno con muchas historias detrás. Una de ellas terminó con una sonrisa en Málaga, después de que una madre, junto con sus dos hijos, se viera obligada a abandonar su hogar para escapar de las “humillaciones y la mutilación genital”.
Desde Cruz Roja Málaga trabajaron para que esta familia separada en huida volviera a encontrarse. “A la mamá le practicaron la mutilación genital y la familia, siguiendo con la tradición, quería practicársela a la hija de esta”, ha contado Francisco Robles, responsable provincial del Programa de Atención Humanitaria a Inmigrantes de Cruz Roja. Esta mujer es madre de otro menor, un hijo adoptivo, que “la familia no aceptaba por no ser biológico”. Ella, tras haber sufrido la ablación en su infancia, decide “coger a la niña y a su niño, y abandona el hogar familiar para evitar que le practiquen la ablación a su hija y para evitar los comentarios y humillaciones que les estuvieran profiriendo la familia al otro niño”, ha relatado Robles.
Tras un largo camino desde Guinea Conakry, cruzando varios países africanos, llegan a Marruecos y “consiguen un contacto que les dice que van a poder viajar en patera”, sin embargo, cuando llegan a la costa solo quedan “dos plazas” en la embarcación. La madre tiene que elegir, “ella decide quedarse en tierra, para que pueda viajar el niño, de 16 años, quien tiene que cuidar de su hermanita, de ocho”, ha explicado el responsable.
Al llegar a Málaga “la policía separa a los menores, porque no son familiares directos”, ha indicado, añadiendo que “la pequeña va a una familia de acogida en Málaga y el chico, que la policía da como si tuviera 18 años, va a un centro de Cruz Roja en Madrid”.
En torno a una semana después, la madre se sube a otra patera, realizando una travesía distinta a la de sus hijos que termina en la costa de Almería. Desde la ciudad andaluza, “le asignan un centro de acogida de Cruz Roja en Murcia”, ha recordado Robles. “Tenemos a tres personas que iniciaron el viaje juntas y que están separadas en España en tres puntos diferentes”, ha lamentado.
Unos seis meses después, sus caminos se han vuelto a unir. “Primer conseguimos que desplazaran a la mamá a Málaga, se le hicieron las pruebas de ADN y, cuando salieron los resultados positivos, pudimos reagruparla con la niña”, ha subrayado, subrayando que “con el chico tuvimos que hacer otros trámites”. Actualmente, los tres están juntos en un centro de acogida de la organización malagueña.
Hay más casos
Desde que comenzó el año hasta marzo, en Málaga se han gestionado en Cruz Roja seis reagrupaciones de familias, algunas de ellas llevaban cuatro años sin verse.
Según explica Robles, cuando un menor no acompañado de un familiar directo llega a territorio español, la policía realiza una retirada cautelar de este y lo pone a disposición del Servicio de Protección de Menores. Tras esto, se les asigna un centro de menores o una familia de acogida de urgencia.
“Los casos que se han estado dando este año son los de familias en las que los progenitores ya estaban vivienda en Francia, Bélgica u otro país europeo, y el menor ha venido acompañado por un primo de este progenitor, por ejemplo, o ha llegado solo porque al otro lado del Estrecho lo han montado en la embarcación”, ha informado el responsable.
Así, ha continuado, “estos familiares al saber que el menor ha llegado a Málaga se desplazan a la provincia”, agregando que “entonces reclaman que quieren reagruparse con el menor y se realizan las pruebas de ADN para probar el vínculo paternal o maternal”.
“En todos los casos afortunadamente han salido los resultados positivos y, si el Servicio de Protección de Menores da el visto bueno, el papá y la mamá puede recoger y llevarse a su hijo”, ha ratificado.
“En 2019, la mayoría de los casos eran estos, mientras que en 2018 se daba más que el papá o la mamá viajaba en otra petera diferente”, ha especificado.
El trabajo de Cruz Roja
En un primer momento realizan el trabajo de recepción, ya que están en primera fila para atender la llegada de las embarcaciones. Por lo que también tienen constancia de los menores que han llegado a las costas de Málaga. En segundo lugar, desde la organización colaboran con el Servicio de Protección de Menores, ya que “en muchos casos los progenitores vienen con los medios escasos para el viaje de ida y vuelta, así que nos pedían ayuda para acoger a esas personas durante los pocos días que se demoran las pruebas de ADN”, ha dicho Robles.
Del mismo modo, Cruz Roja además asiste a los encuentros que se producen entre los progenitores y los menores durante el tiempo que se tarda en conocer los resultados de las pruebas. “Estamos también en el día del encuentro final, asistimos a eso momento tan bonito de reagrupar a una familia definitivamente, que se marcha junta al país en el que esté el papá o la mamá”, ha concluido.