Grifomaquia

Publicado: 18/12/2023
Se han cumplido seis años de la inauguración de nuestro Museo Ibero
Se han cumplido seis años de la inauguración de nuestro Museo Ibero. Fue un día histórico para la ciudad, que veía materializado un deseo nacido dos décadas antes. La presencia del rey Felipe VI invistió al acto de la solemnidad que requieren los grandes acontecimientos, y los haces de luces de colores proyectaron sobre la noche y la arquitectura la belleza de las efigies milenarias. Parecía que había llegado el momento de situar a Jaén como arquetipo del arte ibero a nivel internacional, ya que teníamos en nuestra tierra la mayor colección del mundo de esta cultura (principalmente expuesta o guardada en el museo provincial) y un nuevo y notable edificio para mostrarla. La realidad, sin embargo, nos iba a acabar sumiendo en la melancolía.

La historia del Museo Ibero de Jaén es más bien la historia de un desprecio. Uno más, evidentemente. Deberíamos estar acostumbrados. En realidad, no es un tema que preocupe especialmente a la mayoría de la población, seguramente más interesada en los ibéricos que en lo ibero (lo cual es, en buena medida, entendible). Y si asumimos como premisa la abulia del ciudadano medio, aceptaremos de igual modo que este desesperante y sistemático retraso en que el continente tenga contenido no es algo que vaya a suponer riesgo de pérdida de votos para ninguno de los dos partidos en continuo litigio. Supongo que es una de las claves de bóveda de este edificio lleno de eco. La otra clave es jerárquica.

La importancia que los iberos concedían a la jerarquía es indiscutible. En sus necrópolis, los cuerpos de príncipes y de la aristocracia se enterraban con riqueza de utensilios y ajuares, y en el oppidum del Puente Tablas la zona o área de representación del poder dentro del mismo se destaca en una posición segregada del resto, a un cabo de la meseta. En nuestra época, las jerarquías territoriales dentro de la comunidad autónoma son más que evidentes, en una tozuda discriminación positiva hacia los que más tienen, y el hecho de que Jaén siga sin completar su museo no parece que haya sido cuestión de mayor relevancia a nivel regional durante todos estos años.

La grifomaquia de Cerrillo Blanco, en la que un héroe divinizado lucha contra una fiera mitológica, es también la metáfora de quienes, desde Pilar Palazón en adelante, luchan frente a la desidia de las administraciones para que nuestra provincia, tan rica en patrimonio, ocupe el lugar que su dignidad cultural merece. Como afirmaba Friedrich Dürrenmatt, “es triste vivir en una época en la que hay que luchar por cosas evidentes”.

 

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