Esta mañana paseando he presenciado una imagen preciosa. Un señor mayor iba de la mano con un niño, probablemente su nieto; de repente ambos se paran, el niño se sube a un banco y le planta un beso en la mejilla a su abuelo abrazándole con todas sus fuerzas. Con toda seguridad, esta escena mañana no será portada de ningún periódico, haciéndome todo ello reflexionar una vez más acerca de un asunto que siempre me ha resultado muy curioso. QUIÉN DECIDE LO QUE ES NOTICIA Y LO QUE NO LO ES.
No descubro nada nuevo, afirmando que a esta altura de la historia, el mundo no lo gobiernan los estados. Dichos gobiernos y sus líderes, cuyos rostros aparecen continuamente en portadas, son auténticas marionetas de poderes que operan en la sombra. Hoy en día las corporaciones transnacionales campan a sus anchas por todo el planeta; no saben de fronteras, invierten, desinvierten, hacen y deshacen a su antojo, saltándose los sistemas regulatorios e imponiendo su ley.
Son los NUEVOS IMPERIOS y en definitiva LOS NUEVOS DUEÑOS DEL MUNDO. No quieren dinero; para qué si amasan cantidades ingentes del mismo. Tampoco desean fama. Lo que persiguen es el control de la población a través de fórmulas diversas. Aunque operan en el más absoluto anonimato, se cree que el 1% de la población del mundo controla en torno al 95% de la riqueza del planeta; pero dentro de ese 1% hay un 1% que conforma el núcleo duro. Podemos estar hablando en torno a 800.000 personas.
Son en su mayoría grupos familiares, que si profundizamos un poco, se averigua que poseen un porcentaje significativo en los paquetes accionariales de las corporaciones antes mencionadas. Controlan sectores como el Financiero, Salud y sobre todo los Medios de Comunicación.
Ellos son los que deciden LO QUE ES NOTICIA, con un objetivo muy claro: transmitir MIEDO y CONFUSIÓN. Por eso, cuando se enciende la televisión o se abre un periódico, un día sí y otro también, las noticias giran en torno a los mismos temas: POLÍTICA y FÚTBOL.
Que pena que ese beso del niño a su abuelo no haya tenido repercusión en los medios. Ese precioso acto de amor, que tuve el honor de presenciar, sólo quedará impreso en los corazones de quienes lo protagonizaron y en mi retina.
