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La salita de Moy

La Magna Mariana Hispalensis

En el horizonte aparece la enésima oportunidad para la ciudad: una procesión Magna de Glorias motivada por el 90 aniversario del Congreso Mariano

Publicado: 05/06/2018 ·
20:36
· Actualizado: 05/06/2018 · 20:36
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  • Pastora de Triana. -
Autor

Moisés Ruz

Moisés Ruz es un periodista sevillano. Redactor de Viva Sevilla y presentador en 7 Televisión

La salita de Moy

La Salita de Moy es un lugar de encuentro entre los sevillanos y sus cosas. Tradiciones, cultura, sociedad y mucha, mucha claridad

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Envidia sana. Es el sentir de aquel que durante estos años mira hacia su izquierda, en ocasiones a su derecha, y observa cómo ciudades hermanas tomaron el testigo de las procesiones Magna que Sevilla tuvo previsto implantar con aquel torcido Vía Crucis en el Año de la Fe. Hoy son de naturaleza externa. No nos pertenece esa bella sensación. 

Sevilla se merece palpar lo que otras ciudades vienen disfrutando en repetidas veces

Cádiz, Córdoba, Jerez, Huelva, Málaga... Ciudades profundamente cofrades que han entendido desde el primer minuto los grandiosos beneficios que pueden llegar a aportar estos solemnes eventos. Por un lado, anclando el carisma de una procesión Magna como baluarte para expandir sus tesoros y, por otro, el enriquecimiento espiritual y, por qué no decirlo, monetario, motivado por una celebración que, a pesar de sus detractores, siempre llama la atención de todos. 

Ha llovido mucho desde aquel aguado 17 de febrero de 2013 y pareciera que en Sevilla hubiéramos perdido el tren de las Magnas. Tampoco ayuda el prelado entre infinidad de trabas -ya nos quedamos el año pasado sin un Santo Entierro Magno que hubiera estado perfectamente justificado por el 800 aniversario de la Orden de la Merced-. La sensación es que la capital de Andalucía le ha vuelto la cara a esta extraordinaria procesión, a pesar de que son miles los sevillanos que en cada Magna andaluza se echan a las carreteras para conocer nuevos mundos. Sirva como ejemplo la última, en Málaga. 

Pero en el horizonte aparece la enésima oportunidad para la ciudad. Una procesión Magna de Glorias motivada por el 90 aniversario del Congreso Mariano Hispano-Americano celebrado en Sevilla en 1929. Justificación de peso, teniendo además en cuenta que, por menos, ciudades hermanas se han subido al carro de los carruseles de pasos procesionales. 

La idea tiene forma en la mente de un reconocido cofrade letífico como es Andrés Martín. Y la sensación es que esta celebración ofrecería innumerables pros para hermandades de Gloria que realmente piden a grito un espaldarazo. En la balanza, los beneficios caen por su propio peso: dar a conocer devociones marianas muy antiguas de Sevilla, acercar barrios necesitados al corazón de la ciudad, promover el realce de hermandades que entre su hemeroteca recogen libros de la más viva historia de la vieja Híspalis o, cómo no, llenar las arcas letíficas para revitalizar el rico pero desgastado patrimonio y sanar las urgencias más actuales de multitud de hermandades de este carácter que apenas llegan a final de mes.

Buscarle algún contra es lo más parecido a echar pelotas fuera para quitarse de lo alto lo que podría entenderse como un problema de organización, de seguridad y de selección. Pero Sevilla lo pide y lo quiere. Sevilla se merece palpar lo que otras ciudades vienen disfrutando en repetidas veces. La pelota está en juego.

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