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La salita de Moy

Aquí siempre ondeó la bandera a media asta

Señores de Participa, permítanme que comentemos sin miedos a represalias el porqué los debates religiosos se cosen con un hilo especial en Sevilla

Publicado: 22/05/2018 ·
20:17
· Actualizado: 22/05/2018 · 20:17
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  • Ayuntamiento de Sevilla. -
Autor

Moisés Ruz

Moisés Ruz es un periodista sevillano. Redactor de Viva Sevilla y presentador en 7 Televisión

La salita de Moy

La Salita de Moy es un lugar de encuentro entre los sevillanos y sus cosas. Tradiciones, cultura, sociedad y mucha, mucha claridad

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España es aconfesional y así lo recoge la Constitución de 1979. La libertad religiosa y de culto, sin una confesión oficial, es el resumido texto que atestigua el sentir de nuestro Estado. Poco que apelar. Pero señores de Participa, desde el máximo respeto a su labor pública por el bien común de Sevilla, por momentos excelente, permítanme que comentemos sin miedos a represalias el porqué los debates religiosos se cosen con un hilo especial en la propia nomenclatura de esta nuestra ciudad.  

No les voy hablar de los vestigios romanos, ni siquiera de la reconquista del Santo Rey Fernando III de Castilla. No hablemos de inquisiciones vividas, ni de prelados ensalzados por el poder fáctico de la ruin historia. Ni para ti, ni para mi. Hablemos del hoy. Definamos nuestro ser. 

El ser de una Sevilla que cada año conmemora una de las Semana Santa más reconocidas mundialmente. El ser de una Sevilla que se multiplica acogiendo a cientos de miles de turistas durante la semana en la que la Macarena o el Gran Poder recorren las calles de la ciudad, conformando el mayor motor económico municipal en cuestión de espacio-tiempo. El ser de una Sevilla en la que más de 220.000 personas forman parte de la nómina de alguna de nuestras hermandades y en la que 55.000 optan por vestir el hábito nazareno para realizar su particular estación de penitencia. El ser de una Sevilla que recibe en lo más profundo de su alma cerca de 5.000.000 de euros en distintas áreas solidarias, permitiendo asistir y ayudar a más de 30.000 sevillanos cada año. El ser de una Sevilla que revitalizó la fiesta litúrgica más antigua de la ciudad, el Corpus, cuando agonizaba -hoy, por cierto, puesta en el escaparate municipal de los principales destinos turísticos- o que es capaz de “abandonar” sus propias vacaciones costeras en pleno agosto para rendir pleitesía a la patrona de la ciudad, la Virgen de los Reyes.  

Todo tiene un sentido. Y no es por polemizar sobre si lo guay es o no creer, si no por respetar y, ante todo, por empezar a habitar en la realidad de una Sevilla, que año a año, siglo a siglo, jamás ha escondido su raíz religiosa. Con mi más debido respeto hacia su ideario político, pero  pedir en Sevilla que no ondeen las banderas de nuestra Casa a media asta por la muerte de Cristo es como si pretendieran borrar con un voto toda la historia de esta mariana ciudad. 

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