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Todo está ferpecto

¿Tiempo de paz y amor?

Sea feliz con moderación: probablemente el compañero de trabajo que desea en Whatsapp Feliz Navidad ha maquinado una sofisticada manera de aplastarte la cabeza

Publicado: 09/12/2022 ·
14:54
· Actualizado: 09/12/2022 · 14:57
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  • Navidad, ¿tiempo de paz y amor? -
Autor

Daniel Barea

Yo soy curioso hasta decir basta. Mantengo el tipo gracias a una estricta dieta a base de letras

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Blog con artículos una mijita más largos que un tuit, pero entretenidos. Si no se lo parece, dígamelo con un correo

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Estamos perdidos. Los centros comerciales ofrecen al comienzo y al término de cada lineal hipercalóricos dulces navideños, los villancicos suenan machaconamente en las grandes superficies y en las calles más céntricas de las localidades animando a hacer compras en tiendas donde los límites horarios quedan suspendidos hasta enero; las interminables colas de Doña Manolita y los anuncios sensibleros de Loterías, con Hacienda detrás, frotándose las patitas; menús de imposible digestión para Nochebuena y Fin de Año; nevadas artificiales de porexpan; niños y niñas vestidos de pastorcitos, la Virgen María, San José, la mula y el buey; Mariah Carey dando la turra y Leticia Sabater dando vergüencita; comidas de empresa donde te sorprendes hablando de fútbol con el tipo gris de contabilidad que, de corriente, solo es capaz de mascullar un buenos días sin intercambiar siquiera la mirada. Desde finales de noviembre (en algunos casos, desde principios) hasta el 8 de enero, estamos condenados a ser felices por decreto con este panorama, fundiendo tarjeta de créditos y dándole al pandero, la zambomba y el almirez.

Aún nos queda por padecer el sorteo de San Ildefonso, con la taladrante cantinela de la decepción y el consuelo de los pobres (la salud es lo más importante, dirán quienes no disfrutarán siquiera de la pedrea); el discurso del Felipe VI trufado de obviedades, pronunciado en un ambiente tan confortable para el monarca como ofensivo para quienes no disponen en casa de un mullido sillón ni pasta para pagar la calefacción; la bendición Urbi et Orbi del papa peronista; el sobrevaloradísimo concierto de Año Nuevo especialmente por los que no han sintonizado Radio Clásica en su vida; y caramelazos en Cabalgatas de Reyes Magos donde los protagonistas la mayoría de las veces son los padres y madres hiperventilados.

Tiempo de paz y de amor, nos dirán. Pero, no. No se dejen engañar. No lo crean. Solo es un deseo. No es verdad. Incluso quienes creen en ello con la fe del carbonero, no pueden conseguirlo siquiera practicándolo. Puedes hacer el bien sin mirar a quien en este periodo creado artificialmente primero por la Iglesia, luego por las grandes multinacionales, pero los malos no descansan. Nunca. Mientras descorchas una botella, te atiborras de marisco, desenvuelves regalos, compras Lotería del Niño, paseas bajo un cielo cuajado de bombillas led de colores (con lo bonito que sería hacerlo bajo las estrellas, que sale gratis), soldados rusos y ucranianos seguirán violando los derechos humanos en una guerra sin cuartel, como cualquiera de los uniformados que lucha por intereses que no son suyos en Etiopía, Malí, Siria, Irak o Pakistán, así hasta en 60 puntos del planeta. Y no es preciso salir de nuestro espacio de confort y mirar más allá de nuestras fronteras. Las colas del hambre superan a las de Doña Manolita porque el precio de las cosas básicas, la luz, los alimentos, se disparan para que unos cuantos puedan tener casas, coches y vacaciones grandes. E incluso, pequeño drama burgués, en su círculo más cercano acecha el mal: probablemente el compañero de trabajo que desea en el grupo de Whatsapp Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo ha maquinado alguna sofisticada manera de aplastarte la cabeza. Entréguese a la felicidad, pero con moderación.

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