Antes de que a nuestras vidas llegara el Covid-19, el peor “virus” que atacaba a El Puerto era el permanente derrotismo del portuense. Jamás nada era bueno, ni iba a salir bien, ni nadie merecía que le fuera bien. El Puerto era y así iba a ser para siempre una ciudad en la que nunca iba a irle bien al centro, en la que nunca iban a venir inversiones y que nunca recuperaría el esplendor que otrora tuvo.
Siempre me he resistido a pensar que eso tenía que ser así como si de un castigo divino de por vida se tratara. En tiempos de tormentas, los buenos marineros se dedican a preparar las redes. Y así parece que está ocurriendo en El Puerto. Porque antes o después, de esta severa crisis íbamos a salir; antes o después iría terminando el confinamiento y antes o después las ciudades tendrían que ir poco a poco volviendo a acoger la vida de quienes llevan dos meses recluidos en sus viviendas para intentar frenar al virus. Y porque ese antes o después llegaría, nos tenía que coger preparados.
Y me alegra ver que El Puerto ha vuelto. Sí, no es que hayan vuelto a abrir algunos negocios ni hayan vuelto a salir algunas personas a las calles. No. Es que ha vuelto El Puerto que muchos añoraban y que muchos más esperaban. Un Puerto que luce a nivel nacional como destino turístico referente ya preparado para la temporada de verano, en una excelente campaña de promoción en las televisiones nacionales; un Puerto que ante la parálisis total de la economía española amanece con la puesta en marcha de una inversión más que necesaria en el Cangrejo Rojo que ya muchos ni esperaban; un Puerto en el que los medios nacionales se fijan porque sus dirigentes están al pie del cañón y no por sus conductas irregulares.
Vuelve El Puerto, vuelve. Una de las cosas más necesarias en esta ciudad, a la que tantas cosas le hacían falta, era recuperar el orgullo de pertenencia de los portuenses, que volvieran a decir con orgullo que con de El Puerto. Es el trabajo más complicado para los gestores de Peral. Por eso es tan importante que en tiempos de desolación, el nombre de El Puerto aparezca vinculado al de inversión, al de gestión cercana, sensata y pegada a los problemas, al de destino preferente.
Costará salir del Covid-19, pero a otros les costará salir más que a El Puerto, ciudad que se ha preparado para recuperar el sitio perdido en la provincia y en Andalucía. Principalmente porque lo vale; pero no es menos cierto que también porque de ello se han encargado desde el Gobierno que lidera Germán Beardo.
