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El Puerto

Aroma de Nostalgia

Opimión de Alberto Espinosa

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La Semana Santa de este año 2014 llegó a su fin hace unos cuantos días y centenares de cofrades andamos aun guardando recuerdos, estampitas y algún que otro dolor de pies tras una semana donde la lluvia ha tenido el detalle de no sacarse su papeleta de sitio, excepto si miramos al Domingo de Resurrección.
Por lo visto a última hora le pudieron las ganas y tuvo que aparecer; si te fijas bien en ella, es más humana de lo que a veces parece y no es a la única a la que en ciertos momentos le puede la envidia.
En mi casa queda el vacío de lo vivido y la nostalgia de lo soñado; las túnicas ya buscan las dobleces de una maleta para colocarlas en un altillo; las papeletas de sitio aguardan en un cajón para contar sus experiencias cuando estén a solas y los trajes de chaqueta ya están listos para desprenderse de los inciensos, de las prisas, de las bullas,…
A esta hora las fuerzas ya están recuperadas y mi rostro ya no delata el  cansancio que supone el buscar a Dios y a su bendita Madre a través de la devoción a las maderas talladas y de los sentimientos que sólo un izquierdo, una saeta o una candelería encendida nos puede trasmitir.
Los que amamos esta forma de amar estamos hechos de otra pasta, y nos recomponemos con facilidad del golpe que supone abrir las puertas a la añoranza.
A nuestra manera ya andamos contando el tiempo al revés para que todo vuelva a su sitio, para que la ciudad vuelva de nuevo a sentirse impregnada de palmas y de azahares,… y para que nosotros volvamos a vivir en primera persona aquello que no dejamos nunca de revivir en tercera.
Si no me entienden, déjenlo, pues esto que les cuento no es para explicarlo, sino más bien para sentirlo, para apreciarlo, para respirarlo.
En una semana los cofrades acunamos el todo y la nada de nuestra vida; nos rendimos ante la cera gastada y desabrochamos el nudo de las promesas; buscamos resquicios de lo que no somos ante un cortejo de imperfecciones y acariciamos el dolor de lo que somos en una despedida, en una espera, en una papeleta de sitio, en una lagrima ahogada, en una recogida,…
Y todo esto tan solo en una semana… ¿se imaginan que tuviésemos más tiempo?

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