En un fuerte y duro discurso pronunciado ante grupos de católicos alemanes con los que se reunió en Friburgo (suroeste) el papa Ratzinger afirmó que desde hace decenios se asiste a un descenso de la práctica religiosa y se constata que una parte de los bautizados abandonan la Iglesia.
Ante esa situación, el Pontífice se preguntó si la Iglesia, “que somos todos los bautizados, no sólo la jerarquía, el papa y los obispos”, debe cambiar y la respuesta que dio fue: “sí, es necesario un cambio”.
“La Iglesia debe de nuevo abrirse a las preocupaciones del mundo y dedicarse plenamente a ellas”, afirmó con rotundidad, a la vez que precisó que, sin embargo, “a lo largo de la historia de la Iglesia se ha manifestado la tendencia contraria”. “Es decir la de una Iglesia que se acomoda al mundo, se vuelve autosuficiente y se adapta a los criterios del mundo. Ella da más importancia a la cosa institucional y organizativa que a su llamada a la apertura”, agregó en su discurso el papa Ratzinger.
Sin embargo, Benedicto XVI insistió en que para cumplir su objetivo, la Iglesia “debe de nuevo separarse de todo lo mundano”. En esa línea de claridad, Benedicto XVI que en estos años ha criticado el secularismo que avanza en el mundo agregó que, “en un cierto sentido, la historia ha salido en ayuda de la Iglesia, ya que las diferentes épocas de secularización han contribuido de manera esencial a su purificación y a su reforma interior”.