El tiempo en: Galicia
Jueves 20/02/2025
 

Jerez

'La sustancia', o la tiranía del paso del tiempo y sus arrugas sobre el espejo

Remite a la más visceral y arriesgada ‘Titane’ de Julie Ducornau, aunque su principal mérito recae en la entrega de sus dos protagonistas femeninas

Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai

El trasfondo argumental de La sustancia es bastante evidente, incluso grueso en su exposición. Trata sobre la tiranía del paso del tiempo y sobre las arrugas que se asoman al otro lado del espejo, aunque desde el punto de vista de una conocida estrella del cine y la televisión -un negocio en el que esa tiranía somete doblemente a quienes superan la barrera de los 50- a la que su productor decide suplantar por otra más joven y atractiva en busca de mayor audiencia.

Lo que confiere la particularidad buscada al filme es que lo hace censurando tanto la conducta machista y mercantilista de quienes creen ofrecer al público lo que el público demanda, como la de la protagonista, dispuesta a someterse a cualquier tipo de tratamiento con tal de mantenerse tan esbelta y atractiva como 30 años atrás, por el mero hecho de tener que responder a los cánones que rigen ese mundo que se ha convertido en su vida.

Más aún, para ponerlo en escena y escalar en sus propias aspiraciones artísticas, su directora, la francesa Coralie Fargeat, se decanta por el subgénero del body horror -el cuerpo humano sometido a todo tipo de degradaciones, mutaciones y transformaciones-, exprimido aquí hasta el extremo de la horripilante orgía gore en la que desemboca la secuencia final.


Y sin embargo, el principal mérito de la película no reside en el artificioso lenguaje desde el que asistimos al desarrollo de la trama, sino en su protagonista principal, Demi Moore, que a sus “increíbles” 62 años sabe encarnar y reflejar la angustia y la desesperación propias de quien se sabe expulsada del paraíso de la fama, la popularidad y el lujo. Y es así, al menos, hasta que se lo permiten los implantes corporales de latex con los que termina enfundada en pantalla, pero en el mismo sentido hay que destacar el protagonismo de Margaret Qualley a la hora de realizar el camino inverso: del anonimato al lujo, la popularidad y la fama por el mero hecho de ser joven, guapa y atractiva. 

Es lo más sobresaliente de una película que avanza de manera intrigante e incisiva en su primera hora, hasta que se deja vencer por los excesos como principal materia prima frente a un argumento que va perdiendo el rumbo a medida que avanzan los minutos, como si no tuviera claro si ha elegido el camino correcto por el que llevarnos hasta su desenlace o como si le importara más mostrarse transgresora que consecuente con la propia historia.

Es ahí donde, a un lado la omnipresente huella de Kubrick a partir de los planos coloristas y geométricos, La sustancia remite a Titane, la polémica película de la también directora francesa, Julie Ducornau, salvo por el hecho de que dicho filme era mucho más visceral y arriesgado que el de Fargeat, exageradamente reconocida con la candidatura al Óscar a la mejor dirección, guion y película, en la que lo único que prevalecerá y la hará relevante será la interpretación de Demi Moore, convertida en símbolo de toda una generación olvidada.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN