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Letur, en el camino de la recuperación un mes después de la riada

Una de ellas era Laura, que estaba en su casa cuando, de repente, empezó a entrar agua por todas partes y, cuando se quiso dar cuenta, le llegaba al cuello

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  • Letur. -

Hace 30 días una riada como no recuerda nadie en Letur, un pequeño pueblo enclavado en la Sierra del Segura (Albacete), inundaba en cuestión de minutos las calles que dan acceso al casco viejo, arrasando todo a su paso, incluso la vida de seis vecinos de una población que apenas albergaba ese martes a 150 personas. Un mes después de aquel 29 de octubre, el pueblo ya está en la senda de la recuperación.

Una de ellas era Laura, natural de Honduras, que estaba en su casa cuando, de repente, empezó a entrar agua por todas partes y, cuando se quiso dar cuenta, le llegaba hasta el cuello. Pensaba que se ahogaba.

En esos momentos, Laura pudo abrir una ventana, lo que permitió que el nivel bajara dándole un respiro hasta que, seis horas después, lograron rescatarla a ella y a su hija. Sus vecinos, el matrimonio que vivía arriba, no tuvo tanta suerte, a ambos se los llevó la riada mientras sus dos hijos estaban en clase.

Ahora Laura rememora lo sucedido mientras llora porque, si bien da gracias por estar viva, lo ha perdido todo. Tiene dificultades para caminar desde aquel martes, cuando pasada la una de la tarde, llegó la inundación sin que ni siquiera lloviera en Letur.

Como Laura, María Dolores o el párroco Ignacio Requena, que fue el primero en llamar al 112, siguen fuera de sus casas. Las tareas de limpieza avanzan y ya se han derruido más de una docena de viviendas, pero 45 familias siguen a la espera de volver a la casa donde estaban hace un mes.

Las víctimas

Ahora, al echar la vista atrás, no hay vecino que no coincida en decir que lo peor de esta tragedia ha sido la angustiosa búsqueda de los seis cuerpos, que terminó ocho días después de la riada, y aunque valoran que no faltaron recursos, afirman que tenían la pena de saber durante estas jornadas de búsqueda que no había esperanza de que hubiesen sobrevivido.

Desde la noche de aquel martes, Letur, cuyo acceso a la plaza había quedado "como si hubiese caído una bomba", afirman los vecinos, se convirtió en un hervidero de actividad.

Protección Civil, Cruz Roja, Ejército, bomberos, Guardia Civil y un sinfín de manos profesionales y voluntarias se volcaron tanto en el rescate de los vecinos atrapados como en la búsqueda de los seis desaparecidos y la limpieza de las calles.

Desde los Reyes de España hasta la cantante María Rozalén, vecina de Letur, así como autoridades políticas locales, regionales y nacionales han visitado un pueblo que no acaba de acostumbrarse a ser el centro mediático, aunque la mayoría, como María Dolores y Laura, agradecen la atención y piden que Letur vuelva a ser el de siempre.

Los trabajos no cesan

Su joven alcalde, Sergio Marín, ha reconocido a EFE que no se pueden dar fechas para la recuperación, pero sí asegura que personal de Tragsa, Eifage e Iberdrola trabaja a diario, junto a los voluntarios que no fallan ni un solo fin de semana.

Para Marín no ha sido fácil enfrentarse a una catástrofe que se ha llevado a seis de sus vecinos. Sin embargo, ha asegurado que aún le quedan "fuerza y ánimo para seguir; hay que avanzar, con precaución, con paso firme, pero sin parar".

Y es que este pueblo de la Sierra del Segura necesita volver a ser el de antes. "Letur vive del turismo, quién va a querer venir aquí con lo que ha pasado", se preguntaba María Dolores, maestra y concejala en la oposición que no ha dudado en alabar la respuesta institucional y de los voluntarios.

María Dolores espera regresar pronto a su casa, "en cuanto tenga luz, agua, termine de quitar el barro de la cocina y aseguren que no hay peligro", ha explicado, al tiempo que ha asegurado que no volverá sola. Se llevará con ella a Pedro, un pastor de 85 años, con quien la han realojado y que lo ha perdido todo.

Un mes después, Letur, "despacio, pero con las cosas bien hechas", como dice María Dolores, mejora. Prueba de ello es que ya se puede acceder a la plaza, que apenas ha sufrido daños.

Otro síntoma son las luces de Navidad que, a petición de los escolares, ya están preparadas alrededor del colegio. 

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