En el cementerio de O Freixo de Sabardes, una parroquia del municipio de Serra de Outes, en A Coruña, se ha celebrado este jueves un homenaje muy especial. Sobre una de las tumbas, las banderas gallega, española y estadounidense ondeaban para rendir tributo a Manuel Otero Martínez, el único español que combatió en el Desembarco de Normandía, del que se cumplen 80 años.
Aquella épica batalla dio comienzo a la liberación de Europa del yugo nazi. Conocido como el Día D, el 6 de junio de 1944 más de 150.000 soldados del bando aliado desembarcaron en las playas de Normandía en el marco de la operación Overlord, que culminó con la liberación de los territorios de Europa occidental durante la Segunda Guerra Mundial.
La España de Franco tuvo un papel neutral en la contienda mundial, a excepción de algunos soldados que formaron parte de la División Azul o los republicanos que estuvieron luchando en el bando aliado con La Nueve, a las órdenes del general Philippe Leclerc. La historia oficial había olvidado sin embargo que entre las filas de soldados norteamericanos había un español, que por avatares del destino acabó luchando en Normandía y sacrificó su vida a favor de la libertad.
En el camposanto de Serra de Outes descansan los restos de Manuel Otero Martínez. En su lápida se puede leer que murió en Francia el 6 de junio de 1944, a los 28 años.
"Tuvo una vida muy corta pero muy intensa, llena de infortunios", ha señalado durante el homenaje el presidente de la Asociación de Amigos del Museo Militar de La Coruña y la Asociación Histórico Cultural "The Royal Green Jackets", Manuel Arenas.
Otero nació en abril de 1916. Las desgracias le persiguieron pronto, ya que uno de sus hermanos falleció a los dos años de edad. Trabajó en los astilleros de Outes y la Guerra Civil le pilló en Santander, donde trabajaba en un buque de la marina mercante.
Movilizado por el ejército popular, luchó con los republicanos en la batalla de Brunete (Madrid), donde fue gravemente herido de un disparo en un pulmón. Curó sus heridas en Valencia y fue tomado como prisionero en Barcelona, donde permaneció un tiempo.
Al terminar la guerra, fue liberado y regresó a Galicia. Las calamidades de la posguerra española le hicieron tomar la decisión, como muchos otros, de empezar una nueva vida en las Américas.
En 1940 cruza el Atlántico hacia Estados Unidos -entra por Hawaii y acaba por asentarse en Nueva York- y emprende una serie de negocios. Desde allí manda dinero a su familia y mediante cartas cuenta a su madre su idea de perseguir 'el sueño americano'.
Decide entonces alistarse voluntariamente al ejército estadounidense para conseguir la nacionalidad, determinación fatal, ya que tres días después de enrolarse los japoneses bombardearon Pearl Harbor.
Esto provocó que Estados Unidos entrase en la Segunda Guerra Mundial junto al bando aliado y llevó a Manuel Otero a luchar en Europa.
Según cuenta Arenas, Otero fue enviado a los campamentos de instrucción de Estados Unidos a Europa y estuvo haciendo entrenamientos en el Reino Unido para el famoso desembarco, que era una operación secreta.
Otero desembarcó en Normandía el 6 de junio de 1944 en la división de infantería de la Big Red One, concretamente en el sector G de la playa de Omaha.
El escritor Antonio Osende, que ha participado en el homenaje este jueves, ha descrito cómo murió Otero en aquella playa francesa. Autor del libro "Manuel Otero Martínez, un gallego en Omaha Beach", señala que desembarcó en una lancha grande de infantería.
"Tenían un sector asignado, pero la corriente les desplazó hacia el este. Acabaron en un sitio donde no había desembarcado nadie, por lo que estaban vendidos", ha contado.
Como se relata en la famosa película de Spielberg "Salvar al soldado Ryan", los aliados corrieron por la playa para protegerse del fuego alemán. Tras hacer explotar las alambradas y abrir el camino, varios soldados intentaron cruzar. El primero en salir, pisó una mina y falleció en el acto. Tras él iba Manuel Otero, que infelizmente corrió la misma suerte al pisar otra de las minas colocadas por el ejército alemán.
Tras su muerte, Otero fue enterrado en el cementerio de Colleville-sur-Mer junto a otros 6.000 soldados. Pero su padre hizo gestiones con la embajada y el consulado americano en Galicia para recuperar el cuerpo de su hijo.
Así, en septiembre de 1948, la Cruz Roja Internacional, en un servicio especial desde Francia, acompañado por el agregado militar americano y varios de sus compañeros de batallón trajeron los restos, que fueron enterrados con honores en su pueblo natal.
La vida de este gallego, que fue incluso condecorado con la Medalla con la Cruz Púrpura, ha estado oculta durante 70 años. Fue su sobrina Gema Martínez, que también acudió al homenaje, la que se puso en contacto con la asociación "The Royal Green Jackets" para advertir de la participación de su tío en la famosa batalla.
Aunque Arenas al principio se mostró receloso, finalmente se trasladó a Outes para comprobar si era verdad esta historia. Los documentos, cartas y objetos que la familia de Otero conservaba en un arcón acabaron por sacar a la luz el pasado de este "héroe anónimo".