El pasado 24 de febrero, a todos nos escandalizó la ofensiva en forma de misil que Rusia mandó contra Ucrania, sumiendo, no solo a esas dos poblaciones, sino al mundo entero, en una feroz preocupación, ya no tan solo por las consecuencias que este conflicto conllevará para nuestro futuro, sino por las que está conllevando para nuestro presente. Este presente que, por momentos, parecemos desear que fuese futuro, ya que nos ha cogido con las manos en la masa y la casa por barrer.
Entre las consecuencias más inmediatas de este conflicto bélico, está el de la llamada a toda la población ucraniana -sin distinción alguna de sexo, tan hablada en estos días- a las armas, a cambiar sus aulas por trincheras, sus utensilios por fusiles y sus vidas por la guerra, que no es vida sino muerte.
Pero tras esta llamada, no existe la inmediata puesta a disposición de todos aquellos voluntarios llamados a salvar, no solo la integridad, sino los derechos y libertades de Ucrania, sino que tras esa llamada por parte del Presidente Zelenski, se esconde todo un proceso de instrucción por parte de los veteranos del Ejercito Ucraniano a quienes no han cogido o han tenido relación alguna con ningún arma de fuego o desconocen táctica militar alguna, pese a ser Ucrania, uno de esos países, considerados raros y atrasados por mantener el Servicio Militar Obligatorio.
Es por todo ello, que en situaciones como las que estamos viviendo hoy en día, cabe, y de nuevo el refranero español saca a relucir su riqueza, aquello que escuchábamos de voces de las abuelas que decía, ”más vale prevenir que curar…” y tanto que mas vale prevenir que curar, sino que se lo digan a todos los que ahora, tras verles las orejas a Putin y ver como se instruye a civiles ucranianos, se fustigan y se rasgan las vestiduras tras pedir la abolición de la Mili en España, abolición de la que ya se cumplen 20 años.
Pero no hace falta que se desate un conflicto bélico entre países para traer a colación el refrán que le pone título a este artículo, sino que es nuestro día a día el que precisa, en muchas ocasiones, de esa prevención tan necesaria para evitar riesgos y problemas que por no atajarlos a tiempo se convierten en eso, en conflictos.
Por eso, yo creo en la abogacía preventiva, en esa institución tan cuestionada por muchos y luego tan deseada y envidiada por tantos, yo creo en una abogacía encaminada a la anticipación de situaciones litigiosas, en la que no sea el cliente quien tenga que sufrir la cura por consecuencia de la tardanza y despreocupación.
En definitiva,no es tan solo una manera de evitar costes innecesarios o buscados por quienes no muestran la debida diligencia por la prevención, que como dice el refrán, más vale que curar, que al final la cura, siempre cuesta más.
