Durante dos siglos, el Diario de Sesiones ha sido el notario más fiel de lo que ocurre en el Congreso, pero bien entrado el siglo XXI, un presunto escupitajo, denunciado por la víctima y negado por el supuesto autor, parece que va a requerir de la última tecnología en postverdad: el VAR futbolístico.
Y es que por más que se revisen las vídeos de televisión, nadie que no disponga de una moderna "moviola" y las imágenes desde todos los ángulos del hemiciclo, puede ejercer de arbitro inapelable de esta "jugada" polémica y también inédita en el Congreso: un presunto salivazo en sede parlamentaria.
En las últimas fechas, calificativos de "golpista" o "fascista" son de uso común en la Cámara, pero una refriega con posible gargajo de por medio era una práctica parlamentaria hasta ahora desconocida.
Pese a las dudas que ha generado el episodio, el presunto agredido, el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, ha mantenido con firmeza su versión.
Según Borrell, después de que el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, fuera expulsado del campo -o del hemiciclo- por alterar el orden, su compañero de equipo -y de partido-, Jordi Salvador, ha pasado a su lado y le ha lanzado un escupitajo.
Revisando el vídeo, lo único que se ve es un leve giro de cabeza, una mueca en la boca de Salvador y, a continuación, a un Borrell indignado señalando con el dedo al diputado republicano.
"No voy a hacer la anatomía del escupitajo, se giró y me escupió", ha relatado el ministro.
Como no podía ser de otra manera, el supuesto autor del gesto lo ha negado tajantemente y ha remarcado que es "mentira" que haya escupido a Borrell, con quien reconoce que mantiene una relación algo tirante a cuenta del "procés".
En conversación con EFE, Jordi Salvador ha asegurado que al pasar junto al ministro se ha limitado a hacer un gesto de "buff" ante la situación creada por la expulsión de Rufián.
"Jamás escupiría a nadie. No soy así", ha relatado Salvador, que ha señalado que un escupitajo a tan corta distancia "se ve y se siente".
Bastante más iracundo ha estado su jefe de filas, Gabriel Rufián, que, a la postre, ha sido el personaje detonante del incidente después de lanzar duras críticas al ministro y ser expulsado de la sala.
Rufián ha llamado directamente a Borrell "hooligan mentiroso" por decir que ha sido víctima de ese escupitajo que, según su versión, nadie ha visto.
El propio Borrell ha utilizado Twitter y la historia romana clásica para responder al siempre polémico portavoz de ERC.
"Si el señor Rufián fuera Catilina le hubiera replicado, como Cicerón, ¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?. Pero las Catilinarias tenían un nivel oratorio imposible de comparar con el del diputado Rufián", ha ironizado.
A falta de la revisión del VAR como en la Liga de Fútbol, la Mesa del Congreso estudiará si puede sancionar a Jordi Salvador por la denuncia de Borrell.
Al parecer, la presidenta del Congreso, Ana Pastor, no ha llegado a ver el gesto, aunque llevará el incidente a la próxima reunión de la Mesa para que analice si se puede aplicar alguna sanción contra el diputado republicano.
Por contra, ERC va a solicitar también el amparo de Pastor para acabar con la "escalada de insultos" que, según los republicanos, rompe continuamente la actividad parlamentaria.
Insultos como "fascista" o "golpista" que Pastor ha ordenado que se supriman del Diario de Sesiones -léase acta arbitral- para intentar apaciguar un poco los ánimos, ciertamente caldeados.
"No hay honor mayor que presidir este pleno, pero no voy a permitir que cosas como las que han ocurrido esta mañana vuelvan a ocurrir en el hemiciclo", ha avisado Pastor, a quien no le importa que la tachen de "institutriz", aunque hoy le ha tocado ejercer de árbitro, linier y hasta de policía.
Retirada del Diario de Sesiones que no ha gustado mucho a sus compañeros del PP, que no creen que llamar "golpista" a los independentistas catalanes sea ningún insulto e intentarán que la presidenta del Congreso revise, como en el VAR, su decisión.