Un testimonio presentado ayer al tribunal que juzga a Fritzl y que en apenas 11 horas ha concentrado sus 8.461 días de cautiverio, las violaciones, los siete hijos que dio a luz en el sótano y su vida en un habitáculo de apenas 60 metros cuadrados, sin ventilación ni luz natural.
Una vida que fue definida como “martirio inimaginable” por la fiscal que ejerce la acusación pública.
Según explicó un portavoz judicial, el documento fue grabado por Elisabeth durante varios días y la experiencia fue “muy estresante para ella”.
Solamente un hermano de Elisabeth ha aceptado declarar por medio de una grabación, una posibilidad que declinó el resto de la familia, que se negó a testimoniar.
De quien no se detalló la reacción fue del acusado, del que sólo se reveló que “siguió la proyección con toda atención y cuidado”, respondiendo a todas las preguntas que se le dirigieron, en el que fue el primer “encuentro” entre Fritzl y su víctima desde que fuera liberada el pasado abril.
Esa declaración fue ayer el elemento esencial en la segunda sesión contra el conocido como Carcelero de Amstetten, que se desarrolla en la Audiencia Provincial de la ciudad austríaca de Sankt Pölten.
Durante la proyección del vídeo, el jurado popular, la fiscal y la defensa de Fritzl interrogaron también a un neonatólogo sobre la presunta responsabilidad de Fritzl en la muerte, en 1996, de uno de los siete niños que concibió con su hija.
La Fiscalía argumenta, basándose en el testimonio de Elisabeth, que Fritzl ignoró las peticiones de su hija para que dispusiera ayuda médica para el recién nacido por los problemas respiratorios que sufría.
Esta imputación puede costarle a Fritzl una pena de cadena perpetua.
Si el jubilado de 73 años recibe esa sentencia será, casi con toda probabilidad, hecho público el jueves.
Para ese día está previsto que se dicte el veredicto de culpabilidad o inocencia.