Es una imagen de talla completa en madera de cedro real de 1.70 metros (aproximadamente). Esculpida a semejanza de los iconos bizantinos (como es a su vez el estilo de la decoración pictórica de la propia parroquia) pero a la vez actualizada para así llamar a la devoción de los feligreses.
Se ha tallado dejando la huella de la gubia y también se ha policromado a madera viva con diferentes desgastes, para así dejar a la vista el trabajo del propio autor y además nos recuerde a las teselas vidriadas típicas de los mosaicos bizantinos.
La imagen cuenta con las tres estrellas talladas que representan la virginidad de María (una en cada hombro y una en su cabeza); María fue virgen antes, durante y después del nacimiento de Jesús. Los tonos usados han sido los rojizos, verdosos, blancos y dorados.
El niño aparece en los brazos de la madre intentando agarrar la palma con una mano y el manto de su madre con la otra para no caerse, dando a la escena más naturalidad pero a la vez un toque divino, ya que así se rompe con los estereotipos típicos de una Virgen con su hijo.
La peana está rematada con frases bíblicas relacionadas con Virgen y la cabeza con un aro de estrellas plateado.