Hoy es un día muy especial, no es un día cualquiera que cómo día se encuentra entre ayer y mañana. Hoy es especial porque ayer se celebró un acto de homenaje a las víctimas del coronavirus y mañana es un día grabado en la memoria de muchos nostálgicos que miran con añoranza tiempos pasados.
Ayer fue el día elegido por el Gobierno para conmemorar la muerte de decenas de miles de personas que la pandemia se ha llevado. Fue un acto sobrio presidido por Su Majestad el rey Felipe VI en el que estuvieron todas las instituciones del Estado, cargos públicos y nacionales y europeos.
El presidente de la OTAN, partidos políticos, presidentes de todas las comunidades y representación civil de las víctimas que al final del acto depositaron las rosas blancas en el túmulo de la llama ardiente de la celebración de las honras fúnebres. Sin embargo, faltó la rosa que tenía que haber depositado Santiago Abascal en nombre de Vox.
La no asistencia de este acto de solidaridad con las víctimas no tienes excusas, máxime cuando no se trataba de un acto político y además presidido por el rey. Lamento profundamente que el gran defensor de la Monarquía no estuviera presente y creo que, además, hubiese sido un gran ejemplo para los militantes. Vox es la tercera fuerza política en el Parlamento y debe estar presente en cuanto actos se celebren a nivel nacional.
Lo único que no comparto eligiera el día de la Virgen de El Carmen y aunque a mis lectores no les importe fue mi cumpleaños. Hoy, como digo, es un día muy especial porque además de lo relatado mañana es “el 18 de julio” uno de los días más celebrado después de la Guerra Civil, ya que trajo cierto alivio económico a tanta pobreza y tanta hambre que padecía el pueblo español.
Con la paga extra que recibían todos los españoles para celebrar el día del alzamiento nacional que impuso Franco como festivo y de esta manera acallar algunas bocas, que ya se sabe, las penas con pan son menos. Ese día las playas de nuestra ciudad se inundaban de familias que venían a pasar, para muchas de ellas el único día de vacaciones de todo el año.
Autobuses y trenes llenos hasta los topes con personal cargados con cestas con comidas, hamacas, sombrillas y la típica sandía bajo el brazo. Los de los autobuses llegaban hasta la misma playa y los viajeros del tren venían caminando con todos los bártulos a cuesta hasta llegar al parque Calderón donde compraban higos chumbo y se montaban en el omniums de Botello que los dejaba en la rotonda de La Puntilla junto a los baños termales.
Toda una odisea para poder disfrutar de un día de playa, de su arena, de sus baños en el mar y del sol ardiente que los devolvía a sus ciudades de origen como verdaderos salmonetes.
Por eso hoy es un día especial que debe quedar en nuestra memoria entre el de ayer que no debe repetirse y el mañana que nos recuerda a un tiempo pasado que debemos guardar en lo más profundo de nuestro corazón.
