Estamos ante una fobia rara, pero ocurre en la vida real más de lo que pensamos. Su significado etimológico está formado por dos palabras, amaxo: palabra del griego que significa carruaje y fobia: palabra griega que significa miedo. La fobia es el miedo ante situaciones particulares u objetos que no son peligrosos y a las que la mayoría de la gente no considera problemáticos. La amaxofobia tiene que ver con fobias relacionadas con el movimiento que afecta a distintas formas de viajar (miedo a volar, miedo a conducir...) y esto supone una limitación importante en el desarrollo del día a día de las personas que sufren este trauma. Las sensaciones pasan por ansiedad, incluso angustia, pesadillas anteriores y posteriores al viaje, sudor de manos, temblor, ideas negativas, irracionales o visualización mental de accidentes.
Además, las personas afectadas se sienten incomprendidas y no les resulta fácil explicar la angustia que sufren. Por el contrario, a las demás personas les resulta difícil comprender, que los afectados no puedan o lo pasan muy mal, por ejemplo, conduciendo un coche. Cerca de un 4 por ciento de la población padece fobias limitantes para hacer una vida normal y un 35 por ciento convive con ellas, aunque no a nivel tan profundo y limitante. Todo ello conlleva que la persona que la sufre tenga un cúmulo de sensaciones negativas y conduzca en tensión y con miedo, lo que puede ser negativo y con toda seguridad llevarla a un desgaste extra que no le aporta nada positivo en su vida. Un accidente vivido o presenciado, puede provocar amaxofobia y puede llegar a convertirse en un trastorno limitante cuando enlaza con determinadas cadenas de pensamientos que son previas al suceso y tiene que ver con ideas de rechazo asociadas al movimiento y que se dan por supuesto, a nivel inconsciente. De ahí la dificultad para reconocerlo por parte de la persona que la sufre y descubrirlo por parte de un terapeuta.
Por tanto, la relación amaxofobia y accidente de tráfico es clara y tiene que ver con sentimientos de inseguridad y vulnerabilidad cuando la persona descubre que no todo está bajo su control y al conducir deja al descubierto sus limitaciones y dependencias y además, si la fobia está directamente relacionada con sufrir un accidente, esto nos hace asumir la responsabilidad de nuestros actos. Uno de los síntomas es el recuerdo continuado o reaparición del accidente con gran viveza. Como consecuencia se produce ese miedo a conducir con un aumento permanente de las reacciones de alerta y sobresalto. Las sensaciones pasan por ansiedad, incluso angustia, pesadillas anteriores y posteriores al viaje, sudor de manos, temblor, ideas negativas, irracionales, visualización de accidentes, etc.
A los hombres les afecta más la amaxofobia cuando se encuentran bajo los efectos del alcohol, mientras que las mujeres son más vulnerables cuando se sienten mal psíquicamente. Circular por vías desconocidas provoca angustia y estrés, pero lo que más ansiedad genera es conducir bajo circunstancias meteorológicas adversas. La fluidez de la vía también influye. A los amaxofóbicos no les gusta verse inmersos en condiciones de mucho tráfico. Entre las condiciones espacio-temporales es en situaciones de conducción nocturna cuando peor lo pasan hombres y mujeres. La responsabilidad de viajar con ocupantes no gusta a los que padecen miedo a conducir. Vehículos de poca potencia y vehículos prestados generan inseguridad. Si nos fijamos con detalle en las personas con miedo paralizante, la causa principal de ese miedo a conducir se encuentra en la disminución de las capacidades, entre los hombres, y en una baja autoestima, entre las mujeres.
En condiciones normales, el miedo a conducir afecta más a mujeres que a hombres con un porcentaje prácticamente el doble, tanto en miedo en determinadas circunstancias como en miedo paralizante. Las mujeres tienen, o son conscientes de situaciones en la que tienen miedo a conducir, antes que los hombres. La relación entre miedo a conducir y los accidentes de tráfico es mucho más evidente en hombres que en mujeres y es una de las causas fundamentales para ellos. Las personas que sufren este trastorno tienen que querer combatir esta fobia, es decir, tienen que ser conscientes, reconocerla, verbalizarla y querer trabajar sobre ella para superarla. Para ello, necesitan de una ayuda externa y profesional. Recomendación: cursos de formación con dinámicas de grupo y verbalización de síntomas, sensaciones y pensamientos bloqueantes y terapia individual y grupal para superar el miedo y el trauma de estrés postraumático cuando éste se dé.