El club va a seguir creyendo en Alberto Monteagudo y así lo ha dejado claro Zamora esta semana. El argumento es el que se imparte con toda la lógica del mundo y basado en eliminar la enérgica pasión que ofrecen las victorias y las derrotas: el Recre no juega tan mal como para perder y el proyecto con el entrenador es a dos años. Sería el resumen con el que podemos cerrar todas las intenciones. Imagino que si la racha tan larga que llevamos de siete partidos sin perder se extendiera más de la cuenta, esos argumentos empezarían a caer por su propio peso. Por redes sociales siempre resaltan los comentarios más críticos, y también hay que saber filtrar el “ruido” que producen los post-partidos, así que a través de encuestas me ha sorprendido que casi un 60% está a favor de la continuidad de Alberto Monteagudo. Tomen estas cifras con pinzas: han podido ser entrevistados un centenar de seguidores del Decano, de forma anónima, y durante 24 horas. Pero es cierto que el dato deja abierto una cuestión que no es fácil de resolver de primeras: la solución de lo que pasa en el Recre, de esta mala racha, es difícil de explicar.
Si nosotros mismos los aficionados, desde nuestro asiento en la grada o nuestro sofá, no somos capaces de ver consensuar como solución un “cambio radical” (la solución fácil y más cara), es normal que dentro del club se plantee en esperar que las cosas cambien por su propia inercia. Argumentos a favor: generamos ocasiones, incluso jugando bastante mal, pero prácticamente llevamos mes y medio sin acierto de cara a portería. Y digo lo de jugando bastante mal porque el Recreativo está tan basado en jugar al contraataque y en terminar rápido las jugadas que la separación entre líneas ataque-defensa es tan alta que el centro del campo prácticamente desaparece. Y culpa de ello lo tiene que, para romper esa distancia, abusamos del balón largo. Si no está Morcillo dando sus pelotazos desde el área, la siguiente intención es centrar desde los laterales y quizás desde muy atrás. Sinceramente, tampoco tenemos un juego aéreo potente en ataque y me cuesta pensar que no aprovechemos mejor a Quique Rivero en el centro del campo, quizás el jugador más clarividente, uniéndolo a la velocidad y desmarque de nuestros jugadores de ataque. De hecho, creo que Alberto Quiles resalta por el resto por ser el único que para la pelota, piensa y la juega asociándose cuando debe. En definitiva, falta ser un equipo.
Es un análisis rápido, pero creo que si fuéramos más compactos seríamos mejor equipo. ¿Puede Alberto Monteagudo conseguirlo? Por el bien de todos, esperemos que sí. Y ya.
