El español Carlos Alcaraz, número 1 del mundo, atropelló al griego Stefanos Tsitsipas, 6-2, 6-1 y 7-6(5), camino de la cita fijada desde hace días en semifinales de Roland Garros con el serbio Novak Djokovic, considerada la final adelantada del torneo.
Será la segunda semifinal que dispute Alcaraz en un Grand Slam, la primera en París, el partido que enfrentará a los ganadores de los dos últimos grandes y a los dos mejores tenistas del momento.
El del viernes será un duelo para marcar la hegemonía del tenis, porque Alcaraz protegería su número 1 del mundo que el serbio le arrebataría si levanta el trofeo el próximo domingo. Y los dos jugadores que mejores sensaciones han dado en el torneo, los que más han hecho para poner los partidos de su lado y los que mejor han sabido darlos la vuelta cuando lo tenían en contra.
No lo necesitó el español para conseguir su triunfo 35 del año, el 25 en tierra batida, el quinto contra un Tsitsipas que en busca de sus terceras semifinales en París, el escenario de su primera final de un grand, se dio cuenta de que pese a sus 24 años ha quedado obsoleto en el circuito.
El finalista del pasado Abierto de Australia sucumbió con estrépito ante su verdugo en la final de Barcelona, una derrota inapelable de las que deja secuelas.
"Creo en mi mismo todo el tiempo, creo que eso es lo más importante para ganar este tipo de partido a este nivel. La clave está en disfrutar en cada partido", aseguró el español, que reconoció haber perdido la concentración en el tramo final.
El viento que azotaba la pista fue un vendaval en la raqueta del español, decidido a atemorizar al griego, a demostrarle que con el paso de los meses la distancia entre ambos se ha ido agrandando a su favor.
No hay más que repasar los marcadores de los duelos entre ellos, desde la ajustada victoria en su primer encontronazo en el Abierto de Estados Unidos de hace dos años hasta el repaso que se llevó en esta ocasión.
Así le recibió una intensidad de fuego, le arrebató el servicio en el tercer juego y en media hora de relojero suizo le colocó un set por debajo y con la moral comida.
Alcaraz batallaba contra el griego, sí, que no deja de ser un tenista de mucho talento, cuatro del mundo por algo, pero sobre todo pareció preocupado por divertir al público, que el espectáculo no decaiga pese a que el marcador no diera pie al suspense.
Así desgranó el abanico de su arte, de golpes de todos los colores, de sus ya legendarias dejadas, de todo el arsenal del que es capaz para regocijo de los espectadores que no querían perderse ni una miga del manjar.
Su brazo derecho dictó el juego y de poco valía que el griego tratara de buscarle las vueltas, subiendo a la red o variando la posición, Alcaraz siempre encontraba un hueco para superarle.
Si el primer set fue vertiginoso, el segundo tampoco tuvo respiro y apenas consumida una hora ya dominaba 4-1, mientras el griego, brazos en jarra, gesto torcido, mirada lacónica, se resignaba un poco más a su papel de comparsa, alentado por el respetable que anhelaba que el show no terminara tan pronto.
Sin herramientas para solucionar el castigo, Tsitsipas se fue embarrando en la arcilla donde hace dos años dejaba escapar una final tras ganar los dos primeros sets contra Djokovic.
Aquel día el griego no fue capaz de destronar a la generación anterior y ahora se vio ya superado por la siguiente.
El cierre del segundo set fue un buen ejemplo del desquicie del heleno, amonestado por la árbitro por su tardanza en servir y con una doble falta.
A falta de rivalidad, el público que había pagado una entrada, comenzó a hacer la ola, a cantar y gritar, lo que frenó el ritmo del partido, pero no cambió su signo.
Dispuesto a despacharlo cuanto antes, Alcaraz se colocó 3-0, tras adjudicarse siete juegos consecutivos, pero se enredó en el tramo final y tras desperdiciar dos bolas de partido con 5-2, cedió su único servicio del duelo y la ansiedad de la victoria le llevó a desperdiciar una tercera, esta vez con 5-4.
Abocado al juego de desempate, con la amenaza de que la perspectiva de un cuarto set diera alas a Tsitsipas, Alcaraz cobró enseguida ventaja, aunque precisó de otras tres bolas de partido más para cerrar el duelo en 2 horas y 12 minutos.