Deficiencias y limitaciones

Publicado: 27/09/2018
Autor

Juan Antonio Palacios

Juan Antonio Palacios es observador de la conducta humana, analista de la realidad y creador de personajes literarios

Curioso Empedernido

Curioso empedernido. Curioso de las tres pes, por psicología, la política y el periodismo, y alérgico a las fronteras y murallas

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Entre el tiempo y el espacio, no tenemos en cuenta  la necesidad de uno y la importancia del otro
Hay valores, bienes y derechos, que pueden constituir una fortaleza o si disminuyen en grado superlativo, tal y como ha ocurrido en los últimos años se nos convierten en deficiencias y limitaciones, en metas que no somos capaces de superar, necesidades que no podemos cubrir e intereses que no definimos con claridad.

Saber construir realidades más sólidas y fuertes, desde la ética, la colaboración y la solidaridad, la calidad de vida y no la cantidad de cosas que vamos acumulando a lo largo y ancho de nuestras vidas. Por eso debemos estar abiertos a preguntarnos sobre todas las dudas y aceptar las sugerencias.

En demasiadas ocasiones se evidencia la falta de cultura democrática, ya que cuando nos interesa nos parece que el sistema funciona “de puta madre” y cuando no nos beneficia, opinamos que es “una verdadera mierda”, y en ese tobogán de las prioridades nos colocamos nosotros, en primer lugar y nos olvidamos de los demás.   

Entre el tiempo y el espacio, no tenemos en cuenta  la necesidad de uno y la importancia del otro. De cómo entre estímulos y motivaciones, sustos y sobresaltos, nuestros movimientos pueden ser positivos o negativos, que debemos librarnos de ataduras y condicionantes para sentirnos libres.

A veces nuestra sensibilidad está al rojo vivo, pero a la hora de tomar decisiones desde la calma, la reflexión, la conciencia y el no precipitarse, no somos capaces de afrontar las posiciones difíciles y resolver los problemas. Lo que no podemos ni debemos permitirnos es perder el tiempo.

No debemos entrar en describir ecos ceremoniosos y emocionantes, porque nos perderemos entre subjuntivos y adjetivos en cosas que podrían decirse con pocas palabras y muchos conceptos. Nuestros modelos de vida no pueden refugiarse  en lo heroico y en la epopeya,   sino que han de practicar el amor y el romanticismo.

Con nuestras deficiencias y limitaciones, hay demasiadas veces que desvirtuamos la realidad y  no ponemos freno a los desmanes y el absolutismo. Resulta increíble que haya poderes que se dedican solo a poner vetos a quienes no están de acuerdo con ellos, destruir todo lo que no les gusta, prohibir lecturas  y ciertas libertades.

No es fácil encontrar las respuestas adecuadas a cada ocasión, pero mucho más difícil es saber hacer las preguntas oportunas para cada momento. Y en ese camino, tal vez uno de los más problemáticos, sea buscar y encontrar la verdadera idea de justicia.

Nuestro mundo es el gran templo del egoísmo, y nos olvidamos de agradecer, de mostrar nuestro afecto o de considerar a  los otros como iguales en todos los aspectos. Y saber compensarlos y recompensarlos. , porque nos permiten resolver adecuadamente los problemas de la convivencia.

La historia de la humanidad está llena de páginas tristes y de magnificas   y alegres celebraciones, de afrentas y favores, de caminos rectos y laberintos,  de reyes de la abundancia e hijos de la necesidad, de brillos y opacidades.

Hay valores despreciados y otros muy solicitados, urgencias que son intereses, y protestas que son disimulos, pluralismos que enmascaran, autarquías y definiciones que esconden dogmas. Nos quedamos perplejos como hay gente que pone el énfasis en lo que a solo ellos interesa y no nos habla de lo que preocupa a la mayoría.

Nos pongamos del derecho o del revés, los hechos cantan, y ningunos de nuestros conceptos se mantienen por muy elaborados que estén si no tienen sustento en la realidad.
            

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