Hay quienes descubren desde su más temprana edad, el difícil arte de ser un líder siendo un vago integral. Son gentes, con una gran habilidad para no dar golpe y aprovechar todas las ideas de quienes terminan trabajando para ellos.
Son quienes enamoran sin pretenderlo, y delegan todo aquello que podrían hacer ellos, pero mientras los demás trabajan y les sacan las castañas del fuego. Se suelen distraer con frecuencia con el vuelo de una mosca y se cansan con facilidad de lo conocido.
Vagos por condición, vocación y convicción, terminan devorándolo todo, inventándose excusas de todos los colores para evitar todo tipo de reuniones y solo acuden excepcionalmente a aquellas que le divierten, huyendo de los lugares en los que los temas se repiten o se plantean problemas irresolubles.
Especialistas en distraerse con todo lo nuevo, con lo paradójico y lo esperpéntico, con aquello que no entienden, con los problemas de verdad que les plantean un reto, y ponen cara de asco y aburridos con lo banal y lo insustancial.
La mayoría suelen ser gente inteligente que invierte su tiempo en poder disponer de más tiempo, que procuran no repetir tareas que terminan cansándoles. Se esfuerzan en acabar lo más rápido posible con aquello que tengan que hacer por obligación, si antes no se lo colocan al más noble de los que le rodean.
Abre la boca de aburrimiento ante quienes se envuelven en circunloquios interminables, aquellos que hablan sin parar y ni escuchan ni preguntan. En ocasiones en su flojera lingüística reducen su vocabulario a monosílabos.
Dicen que andar es cansino y correr es de cobardes, de ahí, por eso mientras los demás se excitan y vociferan, perdiendo el control de ellos mismos. Ellos se sientan, y desde una posición pasiva, procuran que la realidad no les afecte en absoluto.
La diosa pereza es su icono, la que controla la mayoría de sus acciones, por eso la mayoría de las veces, dejan pasar los trenes, y no admiten prisas ni urgencias, ya que les cuesta mucho moverse por lo importante, aunque lo hagan con la serenidad del corredor de fondo.
Nuestros doctores de la vagancia saben que el más rápido casi nunca es el más certero, que en este país no hay peor cosa que ser el primero en exponer una idea , ya que todas las moscas se te pegan al cristal y todos los “sabios” del lugar te ponen las mayores pegas sobre lo que desconocen.
No son amigos de gastar energías inútiles en objetivos inalcanzables, sino que saben actuar con inteligencia y astucia para encontrar su lado más paciente y encarar la situación más complicada, sabiendo esperar para dar tiempo a que las cosas cambien.
Huyen de las ensoñaciones poco realistas que solo pueden traerles complicaciones y de las agitaciones que les desconcentran. Saben esperar para no convertir los arranques y los impulsos en conflictos, los inconvenientes en reveses y las audacias en temeridades.
Saben detectar los nuevos retos a la primera ojeada, desentrañando misterios y orillando envidias, celos y reproches. No van de iluminados ni intentan salvarle la vida a nadie y son capaces desde la tranquilidad de la observación, hacer de un mundo ordinario, un paraíso exótico. Serían increíbles, si encima fueran trabajadores.