Casos aislados

Publicado: 14/03/2017
Entre realidades increíbles y sueños imprevistos, saldos y rebajas, seguridades y complejos, nos pasamos el tiempo pidiendo disculpas y deshaciendo desaguisados
La vida está llena de casos aislados cuyas casuísticas   nos sirven para generalizar y juzgar a la humanidad, tal vez por esa frivolidad pontificar con toda ligereza  e ir de lo particular a lo general sin encomendarnos al cielo o al infierno.

Entre realidades increíbles y sueños imprevistos, saldos y rebajas, seguridades y complejos, nos pasamos el tiempo pidiendo disculpas y deshaciendo los desaguisados. Paso a paso intentamos prepararnos entre nuestra inconstancia en cumplir nuestros menesteres y nuestra persistencia en dar la vara a los demás.

Observando la realidad logramos comprender determinadas contradicciones , de como si la risa nos hace sabios, algunos que se dicen intelectuales tienen esas caras de malaje, como entre el cansancio , la desconfianza y el hartazgo , surgen propuestas insólitas que no tenemos más remedio que aceptar.

No podemos ser estrictos a la hora de juzgar a los demás y benevolentes cuando nos miramos al espejo y descubrimos nuestra “caca de la vaca”,esa mierda que arrastramos por mucho que nos vistamos con los mejores ropajes y oropeles.

Somos singulares, por dentro y por fuera. Lo importante es que seamos honestos con nosotros mismos, que seamos capaces de dar la  cara cuando nos toque y renunciar y dar un paso atrás cuando la realidad nos lo exija, que seamos capaces de concretar frente a las divagaciones y los esoterismos.

Entre la fauna y la flora humana, miramos con complicidad o con rechazo lo que se nos presenta ante nuestros ojos, recordamos lo que no queremos olvidar y cabalgamos entre el atrevimiento y la normalidad disculpándonos o acusando de lo que solo deberíamos responsabilizarnos.

Simplificamos la realidad dividiéndola en bandos y bandas, cuando lo único que nos separa son nuestras ideas, nuestros sentimientos y emociones en algún momento de nuestras vidas o tal en toda ella, pero sin tener en cuenta que somos seres humanos capaces de dialogar entre la tranquilidad y la calma en lugar de dar bocados en medio de la ira y  la sinrazón

Cuando tenemos delante lo que nos dice la realidad y ni somos capaces de verla ni modificar nuestro criterio, es la evidencia que o  estamos muy mal o somos unos sectarios incapaces de contemplar otra actitud distinta a la que mantenemos.

Las certezas y las certidumbres no pueden convertirse en dogmas y fundamentalismos, con discordias incapaces de resolver  y callejones sin salida que se convierten en cismas y posturas irreconciliables, aunque casi siempre tras las tempestades vienen las calmas salvo en algunos casos en los que se producen las fracturas.

Somos libres de abrirnos a nuevas experiencias y admitir nuevas ideas  o cerrar las puertas de nuestro entendimiento y despeñarnos por la montaña de la irracionalidad, pasando de ser nobles ciudadanos a villanos miserables, quemando todo lo que se coloca a nuestro alcance y no dándonos la oportunidad de pactar una solución con el más feroz de nuestros adversarios.

Cuando vivimos en una sociedad en la que toda nuestra vida podemos encerrarla en un móvil, hemos de ser lo suficientemente inteligentes para no dejar de mirarnos a los ojos, hablarnos cara a cara y desde el desacuerdo respetarnos, incluso profesarnos un enorme afecto, y no deben ser casos aislados sino una actitud abierta, madura y decente ante los demás.
             

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