No perder la ocasión

Publicado: 12/04/2016
Son numerosos los que tienen la ocasión de liderar un grupo, un proyecto, un trabajo o cualquier otra cosa, pero desgraciadamente pocos los que saben aprovechar la oportunidad. Hemos de estar muy atentos a todas las señales pero sobre todo a lo que nos dicen los demás verbal y corporalmente
La vida nos ofrece numerosas ocasiones de hacer cosas y de aprender. A veces  no nos gustamos o no estamos de acuerdo con nuestra actuación y  es hasta cierto punto lógico que queramos cambiar. Cometer errores es algo en lo que incurrimos todos, lo importante es saber corregirlos y sacar las enseñanzas correspondientes.

Muchas veces andamos de un lugar a otro como si fuéramos a ciegas o sin rumbo, y no estaría mal que nos centráramos y nos planificáramos sobre cuales queremos que sean nuestros objetivos y no es ningún fracaso si en algún momento hemos de realizar cambios o tenemos que mostrar nuestros sentimientos sobre lo que nos gusta y lo que no.

Son numerosos los que tienen la ocasión de liderar un grupo, un proyecto, un trabajo o cualquier otra cosa, pero desgraciadamente pocos los que saben aprovechar la oportunidad. Hemos de estar  muy atentos a todas las señales pero sobre todo a lo que nos dicen los demás verbal y corporalmente.

Cuando perdemos las posibilidades que la observación de la realidad nos ofrece, terminamos repitiendo aquellas equivocaciones que hemos criticado justamente en los demás porque como decía Antonio  Machado “ayudadme a comprender lo que os digo y os lo explicaré mejor”.

Dice el refrán que “la ocasión la  pintan calva” y es que en la mitología grecorromana, era representada sin pelo, excepto por encima de la frente. De esta forma simboliza la dificultad de no perder la oportunidad de algo cuando se presenta de frente y cómo resulta prácticamente imposible detener su curso.

Hay incluso momentos en los que no debemos perder el sentido de la sincronía y no hablar o actuar a destiempo, como cuando pontificamos en plan insoportable y pregonamos a los cuatro vientos que solo nosotros tenemos la razón y la  solución

O en aquellos otros en los que en el colmo de nuestra suficiencia, ni dejamos ni permitimos espacio para la crítica o la discusión y cuando nos irritamos lanzamos a los demás, sin ningún respeto a la diferencia todo tipo de quejas, insultos e improperios.

Debemos huir de las decisiones drásticas porque terminan trayendo fatales consecuencias y saber liberar nuestros miedos. Hemos de movernos con espíritu positivo y el empeño de ser mejores personas, buscar esas palabras que navegan libres sobre los cielos o los mares empujadas por distintos vientos.

Tenemos que saber compensarnos emocionalmente por cada renuncia que en la vida hemos de hacer, para dejar brotar la alegría que sale de nuestro interior , no renunciando a esa agradable sensación de felicidad y el dinero o la  riqueza material no debe hacernos tan pobres de condicionar nuestros días y actividades.

Comprobamos con facilidad que cuando mejoramos nuestro comportamiento y nuestra capacidad de relacionarnos con los demás, es como si dejáramos nuestra mente libre y no nos encerráramos en nuestros pensamientos y todo fluye con más comprensión y entendimiento.
No debemos perder la ocasión de aprovechar y saborear  cada minuto de nuestras vidas y que los ritmos trepidantes y frenéticos de ir a toda velocidad al principio y al final, terminan por no conducirnos a ningún lugar, salvo al infierno de la tensión y el conflicto.

Debemos aceptar las críticas de los demás porque nos recuerdan nuestros límites, pero resulta angustioso e inútil vivir pendientes de todo lo que se diga de nosotros,
  

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