Palabras y silencios

Publicado: 27/10/2015
Con los años nos damos cuenta del dominio de los intereses frente a la valoración de las capacidades
Con nuestras voces y nuestras palabras nos comunicamos y decimos lo que pensamos y sentimos, pero estas carecen de ritmo, sentido y compás si no van acompañadas de sus respectivos silencios, y entonces nos movemos entre el decir y el callar, nuestras ideas y conductas.

Hay veces en el que nos sentimos como hipnotizados  porque tenemos la sensación que todo se pierde y nada se encuentra, y nos movemos en medio de un mercado de suposiciones y supersticiones, y recordamos lo que dice con templanza y sabiduría el ex presidente uruguayo Pepe Mújica “No hemos venido al mundo solo a trabajar y comprar.”

Cuando la duda nos invade, nos provoca cierto grado de inquietud e inestabilidad , aunque bien es cierto que aunque nos parezca extraña , es necesaria si queremos descubrir, avanzar , progresar y conocer, además de aumentar nuestra capacidad de observación y reflexión.

La mayoría de las veces está en nuestra mano cambiar de canción y construir nuestra propia historia, que cuente con la emoción de tener de todo, de ir de un extremo a otro, de la arcadia feliz al apocalipsis, de exprimir al máximo los momentos positivos y no perdernos en discutir sobre aquello que se asegura que no pasará.

Del éxito al fracaso, en ocasiones solo hay una palabra o un silencio, el mismo que encontramos de la insistencia a la resistencia, de la ocupación a la recuperación, de la legalidad a la poca vergüenza. Tal vez por eso los hay que suenan mucho desde sus gritos pero no sienten nada desde su corazón.

Entre la sorpresa, la ilusión y la esperanza, debemos estar dispuestos a abrirnos a nuevos caminos y posibilidades que habían permanecido cerrados e inexplorados, sin dejarnos seducir por cantos de sirena y promesas vacías y sabiendo  gestionar las emociones rebeldes para que sean positivas para nosotros y para los demás

A caballo  de crispaciones y confrontaciones, dogmas y dudas, avances y retrocesos y nos pasamos la vida entre certezas e irrealidades, memorias y olvidos, hipersensibilidades  y anestesias, incluso hay quienes necesitan el concurso de asesores para  saber qué fue primero, el huevo  o la gallina.

Con los años nos damos cuenta del dominio de los intereses frente a la valoración de las capacidades, vemos con frecuencia con la facilidad con  que algunos premian a los fieles y castigan a los críticos.  También aprendemos a valorar como los demás tienen sus propios deseos y motivos que son distintos y en ocasiones distantes a los nuestros.

Debemos aprender en cada momento y ocasión a asumir las nuevas reglas, a admitir que  todos podemos parecer y es posible que seamos según el momento torpes o lumbreras, victimas o verdugos, solitarios o gregarios: lo que no podemos argumentar es que no somos políticas o la política no va con nosotros, porque cuando la ciudadanía no la ejerce se la apropian los mafiosos y los salvadores.

Entre avances y retrocesos, no podemos ir por el camino de la vida con mentalidad perdedora  con nuestra mochila llena de complejos y prejuicios, sin afrontar nuestra realidad y dando vueltas como una peonza sobre lo mismo y estando condenado a cometer los mismos errores del pasado que ya creíamos superados.

Resulta profundo, gratificante y esclarecedor que aunque hagamos proyectos a largo plazo no podemos perder la oportunidad de vivir minuto a minuto.
                

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