Aún quedan días para salir del confinamiento, para vencer al virus que se está llevando tanto. Nos está arrebatando lo más apreciado, la vida de nuestros mayores, de nuestros amigos y de quienes se están dejando la piel por cuidar de todos. Esta pandemia nos está quitando nuestro día a día, nuestras charlas con las familias sin tener que medir la distancia, que nos ha obligado a guardar las enormes ganas que tenemos de saludarnos, de abrazarnos, de besarnos y de estar un rato con la familia, con los compañeros de trabajo, de viajar, de salir a dar un paseo, de vivir en la calle y con los nuestros. Se echa tanto de menos… porque ahora nos hemos dado cuenta de lo cariñosos que queremos ser, de la humanidad que hay dentro de cada uno y de cada una. Hay unas enormes ganas de que esto acabe pronto.
Hoy leía en twitter que este virus está sacando lo mejor de nosotros y lo peor de nosotros. No puedo estar más de acuerdo. Ya no sabemos qué hacer con el tiempo, no paramos de inventar para distraernos y, para también, si podemos, distraer al resto de la gente, a nuestra comunidad de vecinos, a los peques de la casa y a nosotros mismos. Un tiempo que pasa demasiado despacio para los que estamos en casa y un tiempo que les falta a quienes nos auxilian a todas horas.
Todavía quedan quienes aprovechan para ser médicos, expertos en economía y hasta adivinos, empeñados en intentar sacar rédito de esta situación. Es horrible y mezquino perder un minuto para lanzar bulos, para afrentar a unas comunidades entre sí. Es ruin quién desea el mal a quién ha sido contagiado, o quien en momentos de crisis se desmarca y pone de lado.
Estoy convencida de que sólo podremos salir de esta crisis juntos, invirtiendo en capacidades, lealtades, solidaridad y recursos. Entiendo que a veces, el miedo, el pánico, la ansiedad no nos deje ver el final del túnel. Pasamos del llanto por la pena de quién sufre de manera directa esta enfermedad, a la emoción de los gestos llenos de generosidad y a las risas por quién intenta que este encierro pase de la mejor forma posible.
Lo peor de una situación que nos sobrepasaría a cualquiera es que algunos no pueden permitírselo. Gobernar es difícil, gestionar bien esta crisis es encomiable. Sigo admirándome de la capacidad de resistencia de la gente, sigo aplaudiendo la fuerza de nuestros mayores y el coraje de quien sigue peleando para ganar.
