Hace tiempo que Jennifer López vive más entregada a su también más rentable carrera como cantante que a la cinematográfica, pese a lo cual no falta a su cita anual con la gran pantalla, aunque, como en este caso, tenga que ejercer de productora además de como protagonista.
La actriz, por la que no parecen pasar los años y que ha sabido alternar la comedia con el cine de acción, vuelve a apostar por encarnar a una mujer fuerte -es inevitable el recuerdo de Nunca más (posiblemente una de sus peores películas)-, capaz de enfrentarse por sí sola a los desafíos de un mundo dominado por hombres y en el que se abre paso a base de tiros y puñetazos, aunque sin abandonar cierta pose que la sitúan más cerca de una portada de Vogue que de una situación límite a vida o muerte.
En este sentido, The mother parece asumir desde el inicio que no se trata de una cuestión de credibilidad o verosimilitud, sino de mero entretenimiento, y en su construcción y desarrollo se aprecia cierto intento por recuperar la esencia del thriller de acción de los 90, en especial en lo que se refiere a sus defectos, es decir, en su aceptación del todo vale con tal de que funcione el triple salto mortal.
Pesa, pues, tanto la nostalgia, como el atrevimiento de una actriz que se mueve con más soltura en el terreno de la comedia romántica -su anterior Cásate conmigo es más apreciable de lo que aparentaba- que en el de la acción, género en el que, cuando ha cotado con buen material y mejor dirección, le ha deparado un buen resultado, como en Un romance muy peligroso.
En esta ocasión da vida a una exagente de las fuerzas especiales que terminó vinculada a dos traficantes de armas -Joseph Fiennes y Gael García Bernal, en sendos papeles episódicos- de los que terminó huyendo a punto de dar a luz al descubrir que se dedicaban a otros negocios más turbios. Más de una década después y tras renunciar al cuidado de su pequeña, se ve obligada a localizarla y protegerla de sus antiguos socios, que no han renunciado a vengarse después de que terminara delatándolos.
Es cierto que la película eleva su interés al aprovechar el reencuentro entre madre e hija -muy bien la pequeña Lucy Paez-, pero es una pequeña pausa dentro de este cóctel de acción y supervivencia más próximo al último Rambo de Stallone que al drama familiar y de resultado más mediocre que modesto.