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Sábado 23/11/2024
 

Cádiz

La Audiencia Nacional condena a Paco Cano por estafa

Penas de hasta 13 años de cárcel para cúpula de Arte y Naturaleza por estafa. Tiene como cometido municipal "reactivar" el ECCO

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  • Colaboración municipal. -

La Audiencia Nacional ha condenado al que fuera director artístico nacional de Arte y Naturaleza, Francisco Miguel Cano, al que impone una pena de siete años de prisión, idéntica a la de la directora, accionista y apoderada de la empresa, Ana Isabel Rodrigo, dentro del procedimiento contra la empresa por estafa.

Francisco  Cano López, promotor de Planeta Cádiz, que tiene como cometido municipal “reactivar el Espacio de Creación Contemporánea (ECCO)” de la ciudad y que está considerado como ideólogo del Plan C se enfrenta desde la pasada semana a un juicio en la Audiencia Nacional por un presunto delito de estafa.

Se juzgaba la labor del que fue el director artístico de Arte y Naturaleza, una empresa que se dedicaba a la financiación y que garantizaba las inversiones de los clientes con el valor de las obras de arte. Esa empresa tenía su sede en  Madrid. Al parecer, esa empresa “prometía una alta rentabilidad, superior a lo ofrecido por una entidad bancaria”.

El delito era que esas obras de arte en conjunto estaban “sobretasadas y no valían la cantidad de dinero que ellos habían ingresado”. En este caso, Cano era el encargado de tasar esas obras de arte.  

La Audiencia Nacional ha condenado al ex director general de la empresa de inversión en bienes tangibles Arte y Naturaleza Raúl García López, a 13 años y cinco meses de prisión como "mano derecha" del expresidente Guillermo García del Toro en la estafa de 434 millones de euros a 19.360 perjudicados.

En la sentencia, la sala exime de responsabilidad a García del Toro por su fallecimiento el pasado mes de noviembre, aunque considera acreditados los delitos de estafa agravada, insolvencia punible y falsedad contable, mientras que al resto de responsables les impone penas de entre 7 y 11 años de cárcel.

En concreto, señala a García López como uno de los integrantes del "núcleo de colaboración íntima" también formado por su director financiero entre 2002 y 2006, Fernando Senent, ahora condenado a diez años de cárcel, y el administrador de hecho de Arte y Naturaleza Mario Marina (siete años y medio).

Sobre este último, el fallo asegura que, si bien se presentó en el juicio como una víctima más de la caída de la compañía, en la que invirtió 750.000 euros, ello no resta su vinculación en la trama, en la que actuó como "conocedor del verdadero carácter fraudulento y antieconómico de la empresa".

Para el ex director comercial de Arte y Naturaleza Andrés Macho Henares, al que García del Toro señaló durante el juicio por desarrollar un poder "muy por encima del deseado", ha dictado una pena de once años de prisión.

También castiga a la hija del fallecido, Alba María García, con nueve años de prisión, al no ser una "persona ajena sino directamente responsable de la estafa" dada su "cooperación en la creación y sostenimiento del engaño" piramidal en la medida que sobrevaloraba las obras que después la compañía ofrecía entre los afectados.

Además, los magistrados señalan al auditor Francisco Vives Lluria, condenado a cuatro años de cárcel, como cómplice, por lo que deberá indemnizar de forma solidaria a los perjudicados en los 434 millones de euros estafados, en función del valor de la obra adjudicada a cada uno de los clientes en el caso de que optasen por quedarse con la misma.

En su declaración ante la sección tercera de la sala de lo Penal el pasado mes de junio, García del Toro explicó que la empresa, inicialmente Inversiones en Arte y Naturaleza, cambió su nombre en 2004 para eliminar el "matiz financiero" impropio de una sociedad mercantil.

"En mi casa no nos dedicábamos a operaciones de ahorro, sino a comprar obras a artistas y a venderlas un poco más caras", sostuvo el acusado, para quien el fiscal solicitaba 20 años de cárcel.

Según relataba en su escrito de acusación Anticorrupción, García del Toro aprovechó su experiencia como comercial de Afinsa para constituir una empresa similar en 1996 basada en un negocio piramidal que captaba inversores bajo la promesa de una "altísima rentabilidad", superior a la ofrecida por las entidades bancarias.

La peculiaridad del negocio, "netamente financiero", consistía en que los bienes que garantizaban las inversiones de los clientes eran obras de arte de valor "claramente insuficiente" para cubrir todas las sumas de dinero captadas en forma de depósitos a plazo fijo

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