¿Qué tomas, Jefferson?

Publicado: 27/10/2021
Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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El revisionismo de la historia está en boga. En todas partes y en todas las direcciones
En un acto público en Cádiz se citó en un discurso conmemorativo al tercer presidente de los Estados Unidos,  uno de los Padres Fundadores  de la Nación  y autor principal de la Declaración de Independencia, Thomas Jefferson. El periodista gaditano Enrique Alcina,  autor de “Mágico González, la leyenda” tituló su crónica del acto con el original ¿Qué tomas, Jefferson? refiriéndose al líder americano y a  la degustación de caldos de la tierra que siguió a los discursos. Del  glorificado presidente hace tiempo que se conocía,  por los análisis de ADN, que tuvo descendencia con una mulata negra, 29 años más joven  que él, Sally Hemings. Se supo al comparar la herencia genética de sus descendientes reconocidos de su mujer Martha y los no reconocidos de su esclava, con la que convivió unos treinta años, tras el fallecimiento de su mujer.

“Deben ponerla en algún lugar de la comunidad negra, darnos unos mazos y dejarnos que la destrocemos hasta convertirla en polvo” acaba de proclamar el concejal de Nueva York, Charles Barron, en relación a la estatua del prohombre   Jefferson, situada en el ayuntamiento,  por haber sido un  propietario de  numerosos esclavos negros y no reconocer a sus hijos con la esclava. Un mito  casi sagrado de los Estados Unidos cae fruto de la revisión de la historia.  Escribió páginas memorables sobre la igualdad entre los hombres y también que “la fusión de los blancos con negros produce una degradación a la que ningún amante de su país…. puede inocentemente consentir”. Él mismo. La historia del progreso humano no es rectilínea, está llena de contradicciones.

El revisionismo de la historia está en boga. En todas partes y en todas las direcciones. Las matanzas de Mao en China son ignoradas por la hagiografía oficial de la nomenclatura china. Las de Stalin tampoco son puestas de manifiesto porque se prefiere subrayar su triunfo  en “la  gran guerra patria” sobre el nazismo. En España,  la conquista americana llevada a cabo en tiempos de la Monarquía Hispánica destaca la labor  civilizadora sobre la esquiladora de metales preciosos o   sobre el tráfico de esclavos. Bélgica en el Congo, Francia en Argelia, Italia en Etiopía,  Inglaterra en la India o en África han escrito páginas nada recomendables  sobre  la humanidad. El derribo de estatuas seguro que  no acabará  con la columna de Trajano en Roma.

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