Barbate CF: Ochenta años de historia, ochenta años levantando pasiones a través del balón

Publicado: 19/01/2025
Directivos, entrenadores, jugadores, aficionados, nombres propios de un club que aprobó su primer reglamento el 17 de enero de 1945
El Barbate Club de Fútbol celebra estos días su 80 aniversario, una efeméride que invita a recordar los valores y principios que inspiraron su fundación y que quedaron recogidos en su reglamento original, un documento que refleja el contexto y el espíritu deportivo de su época. Este reglamento fue aprobado oficialmente el 17 de enero de 1945, un momento histórico en el que España estaba sumida en la dictadura franquista, apenas seis años después del final de la Guerra Civil.

El texto fundacional destaca que la misión principal del club, integrado en su mayoría por personas comprometidas con el desarrollo de los deportes, era “ayudar al desarrollo físico de sus asociados, a fin de que estos sean ciudadanos fuertes, capaces de cumplir todos los deberes que la madre patria impone a sus buenos hijos”. En aquel tiempo, fomentar el vigor físico y los valores colectivos se consideraba una herramienta clave para reconstruir un país devastado por el conflicto y bajo un régimen autoritario que promovía una visión idealizada del ciudadano.



Para cumplir con esta misión, el reglamento especificaba que el club facilitaría a sus miembros los recursos necesarios para formar equipos de fútbol, señalando explícitamente que el fútbol era el deporte prioritario. Además, se hacía énfasis en que cada jugador debía “respetar, sin discutir, las órdenes del capitán de su equipo o de la Comisión correspondiente”, destacando un fuerte sentido de disciplina y jerarquía, característico de la época.

La estructura social del Barbate Club de Fútbol incluía varias categorías de socios: fundadores, honorarios, protectores, numerarios y deportistas. Los socios fundadores eran aquellos que habían contribuido con una cuota mensual mínima de cinco pesetas, mientras que los socios honorarios se distinguían por su relevancia en el mundo deportivo o por sus donaciones significativas. Según el reglamento, “serán presidentes y vicepresidentes honorarios aquellas entidades o personalidades merecedoras de este título por su significación especial en el mundo deportivo y que hayan demostrado su sacrificio y protección al club”.

Por su parte, los socios protectores eran aquellos que aportaban una cuota superior a tres pesetas mensuales y podían, además, formar parte de los equipos organizados por el club. Los socios numerarios y deportistas debían cumplir con ciertos requisitos para ser admitidos, como ser presentados por dos socios al corriente de sus cuotas y obtener la aprobación de la Junta Directiva. En el caso de los socios deportistas, estos gozaban de los mismos privilegios que los numerarios, pero además contribuían “moral y materialmente al desarrollo de los deportes en general”.

Entre las obligaciones destacadas de los socios se encontraba el respeto íntegro al reglamento y a las disposiciones adoptadas por la Junta Directiva. El artículo 10 estipulaba que “el socio, cualquiera que sea su calidad, viene obligado a respetar, sin discutir, íntegramente este reglamento”. Asimismo, los miembros estaban comprometidos a satisfacer las cuotas y contribuciones aprobadas por el club, ya que la negativa a cumplir con estos pagos implicaba la pérdida de la calidad de socio. Cualquier reincorporación estaba sujeta a la liquidación previa de las cuotas pendientes.

El funcionamiento y la dirección del club recaían en la Junta Directiva, compuesta por un presidente, un vicepresidente, un secretario, un tesorero y cuatro vocales. Entre sus responsabilidades se incluía la representación oficial del club, la organización de comisiones deportivas y la resolución de los asuntos administrativos más relevantes. También se les otorgaba la autoridad para “imponer los correctivos que estime conveniente a los señores socios que lo merezcan”.



Un apartado destacado del reglamento era la existencia de una Comisión Deportiva, encargada de supervisar las actividades deportivas y garantizar el buen funcionamiento de los equipos. Esta comisión estaba integrada por entrenadores, capitanes y otros miembros designados por la Junta Directiva. Entre sus funciones figuraba el mantenimiento de los campos, el control de materiales y la organización de los eventos deportivos. El reglamento subrayaba que “el delegado del campo será el encargado de la conservación, reformas y buen estado del terreno de juego”.

El reglamento también establecía las condiciones para la disolución del club, que debía ser acordada en una junta general con la asistencia de al menos la mitad más uno de los socios fundadores y numerarios. En caso de aprobarse la disolución, se formaría una comisión liquidadora encargada de saldar las deudas y donar el remanente a una institución benéfica de la localidad. Esta disposición reflejaba el compromiso social del club, incluso en su posible desaparición.

El documento fue aprobado por la Federación Regional del Sur, delegada de la Federación Española de Fútbol, en una resolución que certificaba su adecuación a las normas vigentes en la época. Este reglamento, con su lenguaje formal y su estructura detallada, no solo reguló la actividad del Barbate Club de Fútbol durante sus primeros años, sino que también constituye un valioso testimonio histórico de la pasión deportiva y el compromiso social de sus fundadores. En un contexto marcado por la reconstrucción nacional bajo un régimen autoritario, el Barbate Club de Fútbol emergió como un símbolo de esperanza y comunidad en su localidad.



Nombres propios de la historia

Su 80 aniversario es una ocasión que invita no solo a celebrar su larga trayectoria, sino también a rendir homenaje a las personas, historias y valores que han forjado su identidad desde su fundación oficial el 17 de enero de 1945. Ese día, en plena dictadura franquista y apenas seis años después del final de la Guerra Civil española, nacía oficialmente este club bajo el reglamento de la Federación Andaluza, un documento, el expuesto anteriormente, guardado celosamente por Antonio Oliva Malia, que recogía las bases organizativas y deportivas del nuevo equipo.

Como hemos mencionado, ese primer reglamento del Barbate C.F. reflejaba la importancia del deporte como herramienta para “ayudar al desarrollo físico de sus asociados, a fin de que estos sean ciudadanos fuertes, capaces de cumplir todos los deberes que la madre patria impone a sus buenos hijos”. Este espíritu marcial y patriótico era coherente con la época, dominada por la influencia de la Delegación Nacional de Deportes de F.E.T. y de las J.O.N.S., que supervisaba las actividades deportivas en todo el país.



Pero antes de su fundación oficial, el fútbol ya se jugaba en Barbate. El Campo de Oliva, ubicado donde hoy se encuentra el polígono industrial, y otros espacios como Las Casetas del Río o el Campo de las Marismas junto al Mosquito, fueron escenarios improvisados donde los barbateños mostraron su pasión por este deporte. Sin embargo, no fue hasta 1955 cuando el Barbate C.F. tuvo un campo de fútbol más formal: el Campo Municipal de Deporte, que más tarde sería el colegio Giner de los Ríos. Allí, el Barbate se enfrentó a equipos históricos como el Recreativo de Huelva, el Jerez Deportivo, el San Fernando, el Algeciras o la Balompédica Linense, alcanzando momentos de gloria como su título de subcampeón de la Copa Sánchez Pizjuán en Sevilla.

La historia del Barbate C.F. está repleta de logros y figuras emblemáticas. En la temporada 1967-1968, bajo la dirección del mítico entrenador D. Juan Román Villalta, el equipo quedó campeón provincial de la Regional Preferente y, en la segunda ronda, campeón de campeones. Fue un momento de esplendor que aún se recuerda con orgullo. Más tarde, en agosto de 1981, el club inauguró el nuevo Estadio Municipal con un emocionante partido contra el Algeciras C.F., marcando el inicio de una nueva etapa.

Los primeros pasos del Barbate C.F. fueron guiados por presidentes comprometidos como Antonio Cabeza Lora, el primer presidente, seguido por figuras como Juan Malia Almazo, Rafael Quirós Ojeda, Manuel López Basallote, Víctor Jordán González, Manuel Vitorique, Antonio Utrera, Pepe Vázquez, Antonio Morales Vela, Cruzbu (el de las papas), Juan Serván, Rafael Quintana, José Romero, Luis Ruiz, Juan L. Núñez y J. Ramón Pérez. En la etapa del Campo Nuevo, destacaron Emiliano Días, José Arriaza, Manolo Camacho, José A. Muñoz, Rafael Quirós Lara, Ambrosio Vilchez, Pepe Aragón, Juan Román, Diego Quintana, Paco Andújar y otros miembros como Antonio Ríos, Juan Sevilla, José M. Aragón, Antonio Malia Román, Juan Carlos Muñoz, Javier Rodríguez, José A. Varo y Diego Burgos.



También habría que citar a Andrés Galindo, Félix, Manolo Gutierrez, como directivos colaboradores

En el ámbito técnico, los primeros entrenadores dejaron una huella imborrable: Antonio García Santacruz, Isaía (Carbinero de Mar), Pedro Pareja Basallote, Chano Puya, Benjerano y Antonio Reyes. Junto a ellos, los secretarios del club, como Paco Rata, Antonio Oliva Malia, Ambrosio Vilchez y Diego Revuelta, desempeñaron un papel esencial en la gestión y el crecimiento del equipo.

La afición barbateña ha sido siempre el motor del club. Entre los nombres que destacan por su pasión y dedicación se encuentran Cristóbal Sánchez Rodríguez, José Vázquez Mendoza, Cristóbal Utrera, Adelaida Puya, Chicusco el Viejo, Alfonso Melero, Alfonso el Carnicero, Manolo Herrera García, Chano y Nicolás Puya, Pepe Carito, Juan la Pava, Juan Carrerita, Juanaco El Pelota, El Lino, Satán, Manolín el Ditero, Luis Moreno, Juan Piñonate, Vareque, Juan Barrera, Ambrosio Vilchez y muchos otros. Los masajistas, como Fernando Culata, Paco el de Algeciras, Diego Pérez y Patita, también jugaron un papel fundamental en el bienestar físico de los jugadores.

No menos importantes fueron los cantineros que gestionaron los momentos de descanso y camaradería en el Campo Viejo: Pedro Varo, Chano Corrales, Antonio Malia (Chorvi) y Paco el Cojo. Ellos, junto con la comunidad pesquera de Barbate, que donaba las ventas de pescado excedente al club, son un recordatorio de cómo todo un pueblo se unió para apoyar a su equipo.

Y por supuesto, también debemos mencionar el hecho de que muchos jugadores barbateños llegaron a los puestos más altos del futbol nacional: Romancito, Antonio Sánchez, J. Pacheco, Miguelete, Andrés Marín, José Varo, Rey, Antón, Galindo, Mori, Domingo Reyes, Alonso, J.D. Román, Malia, Tarugo, Francis, Melli, y tantos jóvenes valores de esta cantera inagotable. La escuela de Futbol Barbateña con Baby y Manolo Quintero está haciendo historia con  Bryan, Pejiño, y tantos infantiles y juveniles en equipos de primera y segunda división española.

Evidentemente, debemos pedir disculpas aquellos nombres que deberían estar en estas listas y no aparecen, pero ya saben que la memoria falla y lo hace sin ninguna mala intención. A todos los que han hecho que el Barbate CF sea lo que es hoy, nuestro más sincero agradecimiento, aparezca o no en este humilde reportaje.

Por otro lado, uno de los eventos más espectaculares en la historia del club fueron los Trofeos del Carmen, donde el Barbate C.F. se enfrentó a selecciones de jugadores de primera, segunda y tercera división, así como a equipos de Algeciras, Cádiz-San Fernando y Canarias, ofreciendo encuentros inolvidables que atrajeron a aficionados de toda la región.







Este 80 aniversario no solo celebra los triunfos deportivos del Barbate C.F., sino también su papel como núcleo de identidad y orgullo para el pueblo. Desde sus humildes inicios en campos improvisados hasta sus logros en competiciones oficiales, pasando por el esfuerzo colectivo de jugadores, directivos, aficionados y colaboradores, el Barbate C.F. sigue siendo un ejemplo de cómo el deporte puede unir a las personas y preservar la memoria viva de un pueblo. Con cada gol, cada victoria y cada anécdota, este club no solo ha escrito su historia, sino también la de Barbate.

















 

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