Qué gran semana hemos tenido en Málaga. Durante todo el puente el centro ha estado absolutamente desbordado de gente, hemos visto colas enormes en la puerta de los restaurantes, el tráfico ha estado completamente colapsado y no se podía ni andar. Qué gran éxito para la ciudad. ¡Vengan a Málaga! ¡Las colas son enormes! ¡Está todo colapsado! Debemos ser la envidia de toda Europa.
La facturación de bares y restaurantes ha subido nada más y nada menos que un 2%, y ¡hasta María Carey nos ha tuiteado! No quepo ya en mi de orgullo. Y todavía algunos dudaban si lo de las luces era un despilfarro absurdo. ¡Qué tontería! No deben haber visto lo grandes que tenemos las colas, o no deben haber viajado por las grandes ciudades del mundo. Esto no se ve ni en París, ni en Londres, ni en Nueva York, que son sitios tristísimos, donde la gente camina taciturna sin ese calor humano tan reconfortante que ofrece una ciudad tan deliciosamente colapsada. Yo mismo, el viernes pasado tardé más de una hora desde la estación a Paseo de Reding. ¡Más de una hora! ¡Qué maravilla! No saben lo que disfruté, ¡qué orgullo sentí allí encerrado entre cientos de coches parados! Qué digo cientos, ¡miles de coches parados! Y no solo eso, desde la calzada se veía que no solo estaba colapsado el tráfico, ¡es que tampoco se podía ni caminar! Ni andando se podía atravesar el centro. ¡Chúpate esa Nueva York! ¡Y chúpate esa París! ¡En Málaga no se puede ni caminar! Qué afortunados somos. Tanto, que ya no nos hace falta ni trabajar.
La semana pasada los datos del paro mostraron que Málaga encabeza la subida del paro en Andalucía, ¡quintuplicando el dato de Sevilla! ¡Quintuplicándolo! ¡Chupáos esa, palanganas! ¡Con vuestros restaurantes sin colas! ¡Y con vuestro tráfico fluido! ¡Málaga es la auténtica gran ciudad andaluza! Y casi mundial. Atascos, colas, paro, precariedad, despilfarro. ¡Viva Málaga! ¡Y muera la inteligencia! Coño.
