Interviú ha muerto. Su casa editora firmó esta semana su epitafio desesperanzado. Los Reyes Magos que acababan de pasar, con su caravana de presentes e ilusiones, no pudieron regalarle ni siquiera un suspiro de vida. Interviú y Tiempo, las dos revistas generalistas más populares del Grupo Zeta se van, como las golondrinas de Bécquer, para no volver. Interviú nos acompañó durante cuarenta años, con sus portadas provocadoras y sus excelentes reportajes. Fue el símbolo del éxito, con tiradas que llegaron a superar el millón de ejemplares y que, muy lentamente,descendieron hasta las agónicas ventas de estos últimos años. Sus fuertes pérdidas han obligado al Grupo Zeta a enterrar a su buque insignia, su publicación de referencia. Con Interviú se entierra una parte significativa de la memoria colectiva de la España democrática.
Pero, desgraciadamente, este no ha sido ni el primero – ni tampoco será el último – de los cierres de las grandes revistas generalistas que marcaron toda una época. Cambio 16 y Época son publicaciones gloriosas que le precedieron en su descenso a los infiernos. Podríamos citar otras tantas cabeceras, pero como muestra, bien valga un botón. ¿Por qué desaparecen las revistas políticas, de reportajes y análisis? Pues por un sencillo motivo, porque no las compramos.Y no es que no nos interese la política, sino porque el canal ha caído en desuso, sepultado por el torrente desbocado de las nuevas tecnologías. Nos hemos acostumbrado a consultar – de manera gratuita e inmediata – noticias, reportajes, bulos, maledicencias y cotilleos en las distintas fuentes del universo digital. Algunas de estas informaciones entrópicas son serias y dignas de crédito, pero muchas otras se declaran súbditas del reino de la postverdad, sinónimo frecuente de la mentira. Sea como fuere – y a diferencia de otros países europeos – nadie compra aquí una revista general que aborde asuntos políticos. Todo lo más, se adquiere el periódico dominical con su revista correspondiente. Entre todos la mataron y ella sola se murió, que diría el clásico.
Las revistas generalistas mueren, los periódicos sufren. La pregunta esencial está servida: ¿cómo será el periodismo del futuro? A día de hoy, aún no lo sabemos. Los periódicos, incluso las cabeceras más prestigiosas e influyentes, sufren pérdidas de lectores y de publicidad, bajan tiradas y se encaminan – si no es que están ya – hacia los números rojos. Todos ellos hacen un gran esfuerzo en su transformación digital, potenciando su portal web, pero la mayoría aún no logra rentabilizar sus cuantiosas inversiones. Sin embargo, la radio y la televisión gozan de mejor fortuna y parecen sortear con éxito el vendaval de internet. O sea, que es el periodismo escrito el que padece el canibalismo ciego e irreverente de una red desbocada por nuestro propio desconcierto.
¿Significa esto que el periodismo escrito va a desaparecer y que será la información colaborativa – twitter y demás –la principal y única fuente de la noticia? Dios nos libre, por mucho valor que estas vías puedan proporcionarnos. Precisamos de periodistas, que generen y contrasten la información, que nos garanticen la veracidad y el rigor de las noticias, que tengan capacidad de análisis y de valoración, que nos aporten clarividencia para atinar en nuestro juicio. Las redes, bien están, pero el sabio siempre debe atenderlas con cautela. Seguiremos precisando de buena información, y esa deberá venir avalada por una firma. ¿Y cómo lograrán sobrevivir periodistas y periódicos en un mundo acostumbrado a la gratuidad? Pues ese es el reto, esa es la clave de la adaptación darwiniana que determinará quiénes serán los elegidos y los premiados por la supervivencia. Lo de Darwin no se trata de una maldición, es simplemente la ley de la evolución de las especies. Desde el Cretácico ya sabemos que no sobreviven los más fuertes, sino los que mejor se adaptan. Veremos qué cosas se nos ocurren para sobrevivir, porque, desde luego, sobrevivir, sobreviviremos.
Nuestro respeto, cariño y dolor, por Interviú y por los profesionales que lo hicieron posible. Darwin describió una evolución cruel, en la que unos deben extinguirse para que otros nazcan. A nuestro Interviú le tocó morir. Descanse en paz, le recordaremos por siempre.