Tal vez reconocer lo aburrido y poco instructivo que resulta el habitual, y triste, hecho de comentar la corrupción destacada de la semana, intuir quizás que la sociedad en su conjunto ha entrado en una pasada de frenada colectiva, temer que el enorme crédito perdido en este trayecto no se recuperará tan fácil, ni el nuestro con nosotros mismos ni, mucho menos, el perdido ante el exterior, que es el peor porque deben estar alucinando con el albero español, confiar que las nuevas generaciones vengan pronto al rescate y que lo hagan con un estilo más del norte de Europa que del sur de América, rezar para que esta transición hacia no se sabe dónde dure no mucho más, escribir lo que uno cada semana siente con respeto a la imagen del espejo, amar esa primera luz del día, esa última, ese delicioso momento de un vino a temperatura exacta que desborda sabor a maderas, a especies, a chocolates, ese rato de conversación amena en familia tras unas viandas, este mundo nuestro capaz también de lo mejor, ese beso dulce, de mañana a despedida, de noche a deseo, corregir todo lo malo que sabes que lo es, reconocer que no toda la culpa la tienen los otros, que tal vez en una sociedad mediocre, como dice Forges, cultivada en el pillaje más que en el esfuerzo y el mérito, no es extraño que la mala hierba domine el jardín. Sucumbir a esta depresión colectiva donde la sensación es que todo está agotado, el político de serlo y de justificarse, el ciudadano de recibir tanto, el cura lo está de pedir fe, el mendigo de ser transparente y solo el charlatán logra interesar al caminante.
Hamelín. El caldo de cultivo creado es perfecto, por tanto, para que políticamente aparezca un flautista que con una dulce y medida sinfonía logre que una inmensa mayoría le siga, le aclame, lo haga incluso a sabiendas de que al final del trayecto solo hay agua. Pero quizás caminar divertidos y danzarines con hilo musical de fondo resulte preferible a aguardar parados y en silencio a que llegue la nada.
Escenarios. Podría, al paso de lo cáustico y metafórico que hoy acometo tecla, hacer ejemplos con el engaño (dicc.): “Inducir a otro a creer o tener por cierto lo que no es”; en tauromaquia: “Es la capa o muleta que se tiene en la mano para engañar y sortear al toro”. Susana Díaz, tras dejar marcas de sus afiladas y rojas uñas en el bonito rostro de Sánchez, se sube en Sevilla a un escenario con él para trasladarle “afecto y cariño”, ahí es nada, ante lo cual el líder nacional responde con la frialdad de quien reconoce el engaño y aprovecha para atizar, el conocido y tú más, a Rajoy con lo de Monago, que junto con un diputado de Teruel compartía afición, hasta 32 veces parece ser, con esa linda colombiana del PP de Canarias a costa del Senado; y Cospedal y Mariano, el lento, aplauden al presidente de Extremadura porque va a devolver el dinero como si fuese posible otra cosa; el PP partiéndose a trozos y la soldadesca retozando con Colombia. El de Teruel, ¿existe?, llamó a la exitosa doncella para zanjar cualquier posibilidad de futuro entre ambos, faltaría. En todo caso, remato la idea, uno con todo esto no sabe si abandonar el terreno de la depresión porque, no me nieguen, la cosa se está poniendo divertida y casi dan ganas de tener a mano un cubo de pipas a la hora del telediario para gozar con esta intensa actualidad donde, a lo Falcon Crest, no faltan ya ni tórridas historias sexuales con colorida cornamenta de por medio.
Municipales. Ante ello, poco importan ahora las estrategias de cara a esas elecciones municipales que están a seis meses vista porque, dice el dicho, cotiza menos que un político prometiendo cosas o criticando al de enfrente. Las encuestas se han vuelto locas, lo sensato es aparecer públicamente poco, lo justo, y dar la cara con los vecinos, intentar explicarles una verdad difícil y que es, a pesar de todo, que son mayoría los bien intencionados, los que nunca han participado en tramas, a saber si porque no fueron invitados, que es cierto que muchos han podido ver cosas raras a su alrededor, que lo es también que por normativa interna imperó el silencio y que, por otra parte, jamás vieron a nadie dimitir y de todos esos abonos, estas hierbas. Municipales: todos intentan situarse dentro del pellejo, pero la holgura es tan ancha que nadie se siente cómodo.
Transparencia. Y en la búsqueda de un discurso para trazar nuevos puentes, aparece de nuevo una Ley que, inexplicablemente, tardará todavía mucho en ser puesta en práctica. Ley del gobierno central y del autonómico y que, dicho sea de paso, tan bien conozco porque perdí mi tiempo en alegarla, muy bien por cierto, y jamás obtuve respuesta de la administración. Ni un sencillo escrito de agradecimiento, ni una reseña sobre este destacado y mío comportamiento ciudadano, ni una caña con tapa de ensaladilla en la barra de la cafetería del Parlamento. Nada; dos de mis sugerencias, eso sí, fueron recogidas en el texto y fueron las referentes al establecimiento de un régimen sancionador en caso de probado incumplimiento y la otra, contemplada en la Ley estatal, sobre sujeción a las obligaciones de transparencia por parte de partidos políticos, sindicatos y entidades privadas financiadas con dinero público. Pero, advierto, ni la andaluza ni la estatal resuelven la decepcionante mala práctica de establecer el silencio negativo ante cualquier petición ciudadana a la administración. Con lo cual, si no te contestan, y no suelen hacerlo nunca, es que no. ¿Eso es transparencia o tratar al personal como a ganado de corral?
Un rayo. Quizás hubiera debido parar hoy en la RTP y la nueva modificación para dar cabida a la plantilla de Onda Jerez, en cómo y por dónde avanza Ruz con Gürtel, en profundizar en la operación Madeja sobre funcionarios en Andalucía y, en concreto en Cádiz, en Fitonovo y en el destacable hecho de que en no pocos casos actuó como subcontrata de otra empresa, en la causa abierta por la Sala de lo Penal contra Chaves, Griñán, Zarrías, Vieira y Moreno y que, al margen de posibles delitos, retrata la gestión y el coste de la misma para esta triste Andalucía o, tal vez, sobre el barrunto de lío para esta semana entre los dos socios de gobierno en la Junta... Pero la ola en crecida es tan alta que cuesta detenerse en la espuma; ante el vértigo uno tira de estilo y al tiempo, tijera en mano y preciso, medita sobre el sabor de un beso, uno largo y lento, sobre el misterioso rayo verde con que a diario asoma el día y la noche, sobre el olor a mojado tras la primera lluvia de otoño y sobre la buena y apreciada gente a la que se adeuda tertulia y vino. Sobre cosas importantes.
bomarzo@publicacionesdelsur.net
El jardín de Bomarzo
El rayo verde
Sucumbir a esta depresión colectiva donde la sensación es que todo está agotado, el político de serlo y de justificarse, el ciudadano de recibir tanto, el cura lo está de pedir fe, el mendigo de ser transparente y solo el charlatán logra interesar al caminante
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