José A. Ortega: ?Decían que me matarían y por eso me arriesgué?

"Mientras menos me lo recuerden mejor" dice José Ángel Ortega Barneo, el taxista jienense que el 9 de agosto de 2008 fue secuestrado por cuatro personas de nacionalidad rumana. 

El martes, los autores del delito de robo con violencia, detención ilegal y lesiones aceptaban la pena de siete años y medio de prisión. "Me hubiera gustado que hubiera habido un juicio en el que las dos partes hubiéramos explicado los hechos, pero han sido nuestros abogados quienes se han puesto de acuerdo", comentaba. 

Después de 25 días de recuperación física, las secuelas psicológicas siguieron rondando el pensamiento de este jienense, que a sus 63 años aún no piensa en su jubilación. "Trabajaré hasta que el cuerpo me lo permita y es trabajando cuando menos miedo paso, aunque es verdad que sospechas más de la gente", decía. Esto es así, ya que Ortega Barneo asegura que es por la noche, a la hora de dormir, cuando recuerda cómo transcurrieron los hechos. 

Entre la profesión es reconocido como un hombre valiente, que supo sacar valor en momentos en el que el miedo ganaba la batalla. Su coche pasó a ser de sus raptores y cuando llegaban a la provincia de Ciudad Real y desde su posición en el asiento trasero central, decidió chocar su eurotaxi al ver coches de la Guardia Civil. "Fue el peor día de mi vida. Decían que me iban a matar y por eso me arriesgué", apuntaba. 

El sistema de alarma (Taxitronic) le falló y aún no ha recibido respuesta de la empresa responsable. Su vehículo ya está preparado, después de sufrir unos daños valorados en 15.000 euros. El próximo 2 de febrero podrá circular por Jaén con su eurotaxi, ya que actualmente lo hace con un vehículo autorizado que le ha cedido el Ayuntamiento. 

Asegura que Jaén es una "ciudad tranquila y segura" y desea que "ningún otro compañero tenga que pasar por lo mismo". En sus 35 años de profesión sólo ha sufrido dos asaltos a punta de navaja. 

Ahora, después de 9 meses y 19 días desde que transcurrieron los hechos y sabiendo que sus raptores están en prisión sólo le queda el malestar de saber que quien le asestó los dos navajazos en la espalda logró escapar. Sin embargo, al seguir trabajando porque "mi necesidad personal siempre ha sido superior a mi miedo", puede decir que lleva una vida "normal".