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Lunes 20/01/2025
 
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El deshielo de los glaciares: una amenaza para los ecosistemas y la seguridad hídrica

Portavoces de la Unesco han señalado que se trata de una oportunidad para "sensibilizar a la opinión pública mundial" sobre el papel fundamental de estas masas

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  • Glaciar. -

Los glaciares experimentaron en 2023 la mayor pérdida de masa registrada desde que hay registros, y en 2024 la temperatura media global -que sobrepasó en 1,5 °C los niveles preindustriales- amenaza su futuro y la seguridad hídrica de millones de personas además de alterar ecosistemas.

Por ello, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha nombrado 2025 como el Año internacional de la preservación de los glaciares, coordinado por la Unesco y la Organización Meteorológica Mundial (OMM), y para incrementar la conciencia global sobre el papel "crítico" de los glaciares, la nieve y el hielo en el sistema climático, ha recordado que a partir de este año el 21 de marzo ha sido designado como Día mundial de los glaciares.

Portavoces de la Unesco han señalado que se trata de una oportunidad para "sensibilizar a la opinión pública mundial" sobre el papel fundamental de estas masas frías, así como sobre "las repercusiones económicas, sociales y medioambientales" de los cambios inminentes en la criosfera: las zonas del planeta con la temperatura suficientemente baja para mantener agua en estado sólido.

275.000 glaciares en todo el mundo

En la actualidad, existen más de 275.000 glaciares en todo el mundo que cubren aproximadamente 70.000 kilómetros cuadrados y almacenan alrededor del 70 % del agua dulce mundial, por lo que conservar estas grandes masas de hielo es "determinante para garantizar el ciclo hidrológico, regular el clima, los niveles del mar y suministrar agua dulce".

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) afirma que es "altamente seguro" que el deshielo de las dos grandes capas de hielo (en Groenlandia y en la Antártida) seguirá elevando el nivel del mar a nivel global "durante el resto del siglo actual" y prevé que los glaciares más pequeños ubicados en Europa, África Oriental, los Andes e Indonesia "perderán más del 80 % de su masa de hielo para 2100" si continúa la emisión de gases de efecto invernadero al ritmo actual.

Sin embargo, otros estudios muestran que la situación no es tan clara. Así lo señala el informe facilitado hace unos días por el Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo de EE.UU. (NSIDC).

El NSIDC certifica que la tasa de pérdida de hielo marino en la Antártida durante los meses más cálidos se desaceleró "a niveles muy por debajo el promedio", hasta el punto de que a finales de 2024 la extensión del hielo marino se había recuperado hasta los 7,3 millones de kilómetros cuadrados, terminando el año "muy cerca del promedio de 1981 a 2010". Esto "ilustra claramente la alta variabilidad de la extensión del hielo marino antártico".

En España

En el caso español, en 1850 había 52 glaciares en los Pirineos que ocupaban más de 2.000 hectáreas, pero en la actualidad apenas quedan 19 masas glaciares desplegadas en menos de 140 hectáreas.

 Según el investigador del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), Jesús Revuelto, aún hay 4 que conservan cierta entidad: Aneto, Monte Perdido, Maladeta y Ossoue, que pertenece a Francia, mientras que otras masas "ya no alcanzan la categoría de glaciar, pues carecen de movimiento propio", que es su principal característica.

El geógrafo e investigador del IPE, Eñaut Izaguirre sostiene que la incertidumbre sobre cuándo desaparecerán los glaciares pirenaicos "es alta, pero hay certeza de que lo harán", pues entre 2011 y 2020 los glaciares pirenaicos "adelgazaban 80 centímetros por año promedio y entre 2022 y 2023 sufrieron "pérdidas extremas de masa" con un promedio de entre 3 y 3,5 metros cada año".

Aunque su extinción no tendría impacto directo en el nivel del mar ni en el suministro de agua, "sí supone la pérdida de valor paisajístico" y una "fuente de atracción de turismo", explica.

Además, el incremento de temperaturas funde el 'permafrost' -suelo helado- que actúa como "una especie de cemento" para fijar algunos tipos de roca y en consecuencia provoca desprendimientos que aumentan el peligro en algunas zonas de montaña, donde las futuras actividades de escalada "tendrán que adaptarse a un entorno más inestable y vulnerable", reflexiona Izaguirre.

La pérdida de los glaciares pirenaicos será "el final de un ecosistema y el comienzo de otro", se perderá "registro del clima del pasado" y un "patrimonio paisajístico emblemático" que además es un "triste testimonio del cambio climático", concluye Revuelto.

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