El Icman, las microalgas y la lucha contra el cambio climático
Este centro, ubicado en el campus de Puerto Real, acoge la mayor colección de España de cepas
Las microalgas marinas se han convertido, por su capacidad para retirar CO2 de la atmósfera, en un arma para luchar contra el cambio climático, una aplicación que, entre otras, como la acuicultura o la farmacia, se investiga en el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (Icman-CSIC).
Este centro, ubicado en el campus de Puerto Real, acoge la mayor colección de España de microalgas, con más de 300 cepas, tanto autóctonas como foráneas, según ha explicado a Efe su directora, Maricarmen Sarasquete.
Las microalgas son fundamentales en el estudio del cambio climático, ya que son un elemento amortiguador de la acumulación del CO2 atmosférico.
Por delante de España, las mayores colecciones de microalgas marinas son las del Reino Unido, Alemania, Francia y República Checa, según Luis Lubián, uno de los investigadores del centro en donde trabaja una treintena de científicos.
Las microalgas son microorganismos aislados del fitoplancton (primer eslabón de la cadena trófica), que generalmente se conservan en cultivo, y se utilizan para estudios en laboratorio o aplicaciones biotecnológicas de provecho para el hombre.
Como cualquier organismo fotosintético, las microalgas retiran CO2 de la atmósfera produciendo oxígeno, lo que tiene grandes aplicaciones en la investigación para la protección del medioambiente y la búsqueda de nuevas formas de energía como el biodiesel.
También tiene aplicaciones en medicina, cosmética y alimentación, entre otros muchos ámbitos, ha añadido por su parte, la investigadora Ana García, quien realiza en el Icman una tesis doctoral sobre la aplicación de las microalgas para el cambio climático.
Su investigación se basa en un fotobiorreactor para crear la mayor biomasa posible a partir de microalgas de varias cepas en distintas condiciones de luz para que incorporen la cantidad máxima de CO2.
La ventaja de las microalgas es su gran capacidad de generación de biomasa, algo que no sucede con las plantas terrestres que pueden tardar muchos años en crecer.Alrededor de una semana es el tiempo aproximado para que las microalgas cultivadas en el laboratorio se conviertan en sustento para los organismos ubicados en el peldaño siguiente de la cadena trófica, el zooplancton.
Anteriormente a ese proceso, las microalgas tienen que haber sido aisladas y liberadas de los contaminantes adheridos, procedentes del espacio de agua salada o dulce de donde fueron extraídas.
Cultivo en laboratorio
El cultivo en laboratorio del fitoplancton como sustento del zooplancton abre importantes vías también en la investigación para la búsqueda de soluciones al problema de la sobrepesca en el mundo.
Con ese objetivo, el Icman, “un centro pionero a nivel mundial en reproducción artificial y cultivo de peces”, desarrolla en sus instalaciones experimentos para simular las condiciones del océano, según ha explicado Maricarmen Sarasquete.
Así por ejemplo, en el caso de la dorada, los científicos del Icman son capaces de recrear las condiciones de luz que influyen en la reproducción de este pez, que prolifera en invierno, y gracias a su tecnología es posible disponer de ejemplares de este animal durante todo el año.
Estas técnicas garantizan una seguridad absoluta en el consumo de estos animales, dado que son obligatorios los controles exhaustivos por ley, ha precisado la directora del centro, que estima que hoy en día entre el 60 y el 70 por ciento del pescado que se consume procede de acuicultura.
Según Sarasquete, “la legislación europea en acuicultura es tan exigente o más que en ganadería. Existe una legislación muy rigurosa. Los piensos están muy optimizados y el producto cultivado es de calidad excepcional”.
En el caso del lenguado, también se ha conseguido la reproducción artificial, pero aún no se sabe controlar el proceso durante todo el año; el factor limitador de su reproducción también es la temperatura.Según la directora del Icman, en los últimos años se ha duplicado en España la cifra de doradas cultivadas con técnicas de acuicultura, que han pasado de 12.000 toneladas en 2003 a 25.000 toneladas en 2009.
Por último, aunque España dispone de una tecnología muy avanzada en este ámbito, se enfrenta a la competencia de países con mano de obra más barata, como Grecia, y al reto de diversificar las especies para ofrecerlas a los consumidores.
Este centro, ubicado en el campus de Puerto Real, acoge la mayor colección de España de microalgas, con más de 300 cepas, tanto autóctonas como foráneas, según ha explicado a Efe su directora, Maricarmen Sarasquete.
Las microalgas son fundamentales en el estudio del cambio climático, ya que son un elemento amortiguador de la acumulación del CO2 atmosférico.
Por delante de España, las mayores colecciones de microalgas marinas son las del Reino Unido, Alemania, Francia y República Checa, según Luis Lubián, uno de los investigadores del centro en donde trabaja una treintena de científicos.
Las microalgas son microorganismos aislados del fitoplancton (primer eslabón de la cadena trófica), que generalmente se conservan en cultivo, y se utilizan para estudios en laboratorio o aplicaciones biotecnológicas de provecho para el hombre.
Como cualquier organismo fotosintético, las microalgas retiran CO2 de la atmósfera produciendo oxígeno, lo que tiene grandes aplicaciones en la investigación para la protección del medioambiente y la búsqueda de nuevas formas de energía como el biodiesel.
También tiene aplicaciones en medicina, cosmética y alimentación, entre otros muchos ámbitos, ha añadido por su parte, la investigadora Ana García, quien realiza en el Icman una tesis doctoral sobre la aplicación de las microalgas para el cambio climático.
Su investigación se basa en un fotobiorreactor para crear la mayor biomasa posible a partir de microalgas de varias cepas en distintas condiciones de luz para que incorporen la cantidad máxima de CO2.
La ventaja de las microalgas es su gran capacidad de generación de biomasa, algo que no sucede con las plantas terrestres que pueden tardar muchos años en crecer.Alrededor de una semana es el tiempo aproximado para que las microalgas cultivadas en el laboratorio se conviertan en sustento para los organismos ubicados en el peldaño siguiente de la cadena trófica, el zooplancton.
Anteriormente a ese proceso, las microalgas tienen que haber sido aisladas y liberadas de los contaminantes adheridos, procedentes del espacio de agua salada o dulce de donde fueron extraídas.
Cultivo en laboratorio
El cultivo en laboratorio del fitoplancton como sustento del zooplancton abre importantes vías también en la investigación para la búsqueda de soluciones al problema de la sobrepesca en el mundo.
Con ese objetivo, el Icman, “un centro pionero a nivel mundial en reproducción artificial y cultivo de peces”, desarrolla en sus instalaciones experimentos para simular las condiciones del océano, según ha explicado Maricarmen Sarasquete.
Así por ejemplo, en el caso de la dorada, los científicos del Icman son capaces de recrear las condiciones de luz que influyen en la reproducción de este pez, que prolifera en invierno, y gracias a su tecnología es posible disponer de ejemplares de este animal durante todo el año.
Estas técnicas garantizan una seguridad absoluta en el consumo de estos animales, dado que son obligatorios los controles exhaustivos por ley, ha precisado la directora del centro, que estima que hoy en día entre el 60 y el 70 por ciento del pescado que se consume procede de acuicultura.
Según Sarasquete, “la legislación europea en acuicultura es tan exigente o más que en ganadería. Existe una legislación muy rigurosa. Los piensos están muy optimizados y el producto cultivado es de calidad excepcional”.
En el caso del lenguado, también se ha conseguido la reproducción artificial, pero aún no se sabe controlar el proceso durante todo el año; el factor limitador de su reproducción también es la temperatura.Según la directora del Icman, en los últimos años se ha duplicado en España la cifra de doradas cultivadas con técnicas de acuicultura, que han pasado de 12.000 toneladas en 2003 a 25.000 toneladas en 2009.
Por último, aunque España dispone de una tecnología muy avanzada en este ámbito, se enfrenta a la competencia de países con mano de obra más barata, como Grecia, y al reto de diversificar las especies para ofrecerlas a los consumidores.
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