A lo largo de la historia han existido múltiples y diversos embaucadores. Personas que parecen lo que no son, que dicen ser de una determinada manera, pero que después descubrimos que son totalmente distintos. El devenir de los tiempos nos ha demostrado --no voy a referirme a nadie en concreto para no herir sensibilidades-- que son altamente peligrosos para la humanidad.
Tal es la diferencia, que incluso algunas y algunos cambian incluso su vocabulario. Son magníficos hipnotizadores de masas, que dura el tiempo que dura el engaño --el encanto es otra cosa--. Parafraseando a Julio Cesar y cambiando el sentido de su famosa afirmación, pienso que “No solo hay que parecerlo sino serlo”.
Hace unos días me desayunaba con la desagradable imagen del ‘dedo acusador’, gesto con el que nos dirigimos a los demás en tono despectivo, y que el otro recibe con la misma intención de quien lo realiza. Dicho sea de paso, se suele ver con más frecuencia de la deseada.
La importancia del hecho en sí, aún teniendo la importancia que tiene, pasaría desapercibida sino hubiera sido el ex presidente del gobierno José María Aznar quién lo realizara. Defensor de postulados ultraconservadores y mentor de innumerables colectivos que luchan por un puritanismo exacerbado que de manera inquisitorial señalan con el mismo ‘dedo acusador’ --bien es verdad que de manera horizontal-- a quienes osen pensar distintos a ellos.
Dicen que es mejor una “imagen que mil palabras”. Comentarios ha habido para todos los gustos. Desde quienes han aprovechado para arrearle castaña, a quienes lo defienden, desde el derecho que dicen tenemos todos y todas a responder a insultos anteriores. Sin embargo, mal nos iría si no hubiésemos desterrado aquella antigua ley del Talión del ojo por ojo, diente por diente. Más de uno y una estaríamos de tal guisa, que no nos reconocería ni la propia madre que nos parió.
Estarán conmigo --tal como les decía anteriormente-- que lo trascendental del gesto proviene del autor del hecho. Una persona que ha tenido bajo su responsabilidad el Gobierno de España, no debe ni puede bajo ningún concepto caer en la tentación, y menos llevarla a cabo de realizar actos obscenos. Como solemos decir “eso va en el sueldo” y él sigue cobrando por lo que fue, pero también por lo que es. Estoy de acuerdo con quienes promulgan que hace falta un Pacto por la Educación. A algunos se le ha olvidado el respeto como valor supremo de la convivencia. Sin él no es posible dialogar. Sin dialogo no hay acuerdos. Sin acuerdos no hay democracia. Sin democracia no hay libertad. Sin libertad no hay ciudadanos. Sin ciudadanos no hay ‘seres humanos’.
Por éste y otros muchos motivos tenemos que ser críticos con Aznar. No podemos dejar pasar la ocasión sin más, intentando como hacen algunos y algunas dejarlo en ‘pura anécdota’. Cuántos hechos históricos nos demuestran que muchas de las calamidades por la que ha pasado la humanidad comenzaron con gestos como éste, que fue acrecentando el odio entre unos y otros hasta llegar a niveles insospechados que se nos escaparon de las manos. Cuánta sangre derramada por ‘sospechar’, ‘entender’ y ‘creer’ lo que ocurría en tal o cual país erigiéndose en defensor de los más débiles. Gestos como éste, no sólo dejan mal a la persona que lo realiza, sino que evidencia su vileza. Como dice una chirigota de Cádiz, “la próxima vez métase usted el dedo en… que ya tiene el boquete hecho”.
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