Cada vez es más difícil para niños y jóvenes el compaginar los estudios con otras actividades de ocio necesarias para su desarrollo psicosocial. Y más comunes son aún las quejas que presentan algunos de ellos por la falta de tiempo para completar adecuadamente sus tareas o deberes. No es de extrañar que esto influya en su propio rendimiento, con el consecuente malestar que provoca las bajas calificaciones tanto en el propio niño como en su familia.
Ante toda esta situación, es probable que la familia base su preocupación en la dificultad que tienen para poder ayudar a su hijo, ya que por mucho que intenten mostrar interés, el nivel que poseen algunos de ellos supera la capacidad y el tiempo que tienen los padres.
Por ello, está claro que no podemos dejar pasar la oportunidad de hacer recomendaciones al niño para que establezca unos hábitos de estudio diarios, no dejando para última hora actividades que tiene que hacer habitualmente, ya que, como es lógico, si realiza las tareas o estudia de manera rápida y sin planificación es probable que no consiga desarrollar toda su capacidad.
En este sentido, los profesionales de la educación pueden ayudar al niño enseñándole técnicas que les permitan consolidar adecuadamente su aprendizaje. No es posible asentar lo que se quiere aprender si antes no hemos leído con detenimiento aquello que se quiere memorizar. Y es posible que una única lectura no sea suficiente, por lo que ir resumiendo las ideas principales, resaltándolas de las demás, puede ser una buena estrategia para que los datos no se queden en el olvido.
Además, hay que tener en cuenta que el propio lugar de estudio puede no ser el adecuado, permitiendo que el niño continuamente se desconcentre y dirija su atención hacia otros aspectos irrelevantes. Y más aún si la familia no permite al niño dar un ambiente relajado y adaptado a las circunstancias. Muchas veces fruto de la incomprensión de los padres, se intenta presionar tanto a los hijos de una manera tan excesiva y tan poco estructurada que lo único que se hace es llevar a una mayor desmotivación de los alumnos, comprobando por sus propios ojos que por mucho tiempo que dedican no logran acometer los objetivos.
Y si bien hay que dedicar un tiempo suficiente al estudio, hay que intentar que no se vean afectadas las horas de sueño, ya que si se duerme mal, es probable que el niño se muestre más ansioso y cansado, repercutiendo en su manera de plantear las actividades del día siguiente. Incluso es conveniente realizar periodos de descanso mientras se esta memorizando, es decir, parar de estudiar durante diez minutos tras una hora de estudio para relajar el cuerpo y la atención antes de seguir con la tarea, puesto que bombardear con tanta información en tan poco tiempo puede colapsar la mente de niño.
El objetivo es que el niño consiga organizar su estudio de manera que le exija menos tiempo y esfuerzo. Es una forma de aprender a aprender, de enseñarlos a memorizar asociando ideas para que comprendan lo que estudian. Y una vez la comprensión esta lograda, es fundamental fomentar el repaso de lo aprendido para que se retengan los conocimientos adquiridos a lo largo del tiempo.
educa@cop.es
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