Otra nueva OTAN

Publicado: 12/07/2022
Autor

Mari Loli Romero López

Maestra y escritora. Colaboradora en revistas internacionales. Dos libros publicados y cinco pendientes de publicación

Trópico de letras

Este blog trata de opiniones diversas sobre un mundo diverso

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Me llamó mucho la atención cómo después de siglos fuera de Palestina quisieran regresar a ella para volver a poseer la Tierra Prometida...
Hace aproximadamente treinta años leí la novela de Leon Uris titulada Éxodo, en la que se narra el nacimiento del nuevo Estado de Israel en mayo de 1948 y la historia de un grupo de judíos supervivientes del horror nazi intentando conseguir la libertad en el barco de nombre Exodus, siendo interceptados por los británicos e inmovilizados en Chipre para ser enviados a un campo de concentración británico. Este libro muestra las claves históricas y humanas de la formación de este nuevo Estado. Dejó una honda huella en mí por las persecuciones toleradas por los judíos de la diáspora europea y la tragedia de su inmigración a Palestina. Me transportó a la Rusia del siglo XIX, a la vida insoportable y la rebelión del ghetto de Varsovia en la segunda guerra mundial, a la Alemania nazi. No comprendía cómo siendo el pueblo elegido por Dios debía sufrir tanto. Me llamó mucho la atención cómo después de siglos fuera de Palestina quisieran regresar a ella para volver a poseer la Tierra Prometida como en los tiempos bíblicos.

Finalmente, este barco obtuvo el permiso necesario para seguir adelante y llegar a la entonces Palestina. Gran cantidad de judíos de toda Europa y muchos supervivientes del Holocausto se instalaron en esta tierra con la intención de formar una nación que acogiera a judíos dispersos por todo el mundo.

El 14 de mayo de 1948, el 85% de los Estados miembros de la ONU votó que sí a la partición de esta tierra sagrada en la que convivían sin problemas judíos, árabes y cristianos y ocupada hasta entonces por los británicos. Reconocieron un Estado árabe y un Estado judío, con una moneda común, un mercado común y unas autoridades políticas conjuntas de coordinación. Jerusalén se convertiría en una ciudad internacional. Al día siguiente de la votación y de estas decisiones empezó la guerra árabe-israelí. Los británicos desocuparon aquellas tierras y volvieron a la suya. Desde entonces la lucha entre ambos pueblos ha sido encarnizada, cambiando por completo el mapa de Medio Oriente. El recién nacido Estado de Israel, que estaba rodeado de países árabes, con la amenaza de ser echado al mar en cuatro días, sobrevivió a ello, mostrando todo su poder militar. Claro está que fue avalado por el Sionismo y por EEUU, ya que dicho movimiento pro israelí consideraba que era la mejor manera de terminar con el antisemitismo (más de seis millones de judíos, además de comunistas, homosexuales y gitanos, fueron asesinados en el Holocausto).

Setenta y cuatro años dura ya este conflicto. Y, si este libro, Éxodo, basado en estos hechos reales llamó mi atención, también la ha llamado la lectura de una noticia recién salida en prensa, que comunica que Israel está estrechando lazos con las potencias de Oriente Próximo para formar una OTAN árabe, y, por supuesto, con el apoyo incondicional de EEUU y Europa.

Otra OTAN, una OTAN árabe que garantiza la distancia de los movimientos islámicos que hay en estos países, con el objetivo principal de reprimir a los islamitas para mantener la estabilidad.

¿Estabilidad? Me pregunto qué clase de estabilidad, porque la OTAN nuestra, es decir, la de Occidente, creo que no ofrece ninguna. Y si no, miremos hacia Rusia, inmersa en una guerra con Ucrania por verse amenazada por el avance de ésta hacia su territorio y con el consiguiente peligro de una guerra mundial o para mayor gravedad, una guerra nuclear.

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